Si José Arroyo fuera norteamericano sería una especie de Superman,
pero como es español le basta con ser el teniente Arroyo. Este
militar manchego, de 59 años, llegó destinado al Archivo Regional
de Palma hace dos semanas y el jueves, cuando paseaba por la calle
Ànimas de La Soletat, se convirtió en héroe por accidente.
«Vi que salía mucho humo por una ventana y lo primero que hice
fue avisar desde el portero automático a los vecinos», contó ayer,
embutido en su traje militar. «Luego subí al piso y vi a una
persona en el suelo, junto a dos bombonas de butano. A una de las
botellas le quité la 'alcachofa' y me eché al hombre sobre el
hombro, porque le faltaba una pierna y no podía caminar», agregó. A
continuación, el teniente bajó a la calle y dejó a salvo al
discapacitado. Pero el peligro seguía en la finca de la calle
Ànimas y José Arroyo volvió: «Me encontré a una señora y a un
hombre mayor, pero él no podía con ella, así que la cogí y también
la bajé a la calle. Tenía problemas para respirar y le dieron
oxígeno». La galería de la casa estaba envuelta en llamas y justo
entonces llegaron los bomberos y la Policía Local, que consiguieron
controlar la situación con relativa facilidad. El origen del fuego
no está demasiado claro y no se descarta que fuera
intencionado.
El teniente Arroyo todavía realizó una tercera incursión en el
edificio «por si era de ayuda», aunque esta vez ya no encontró a
más atrapados. Ayer, ya más relajado, atendió a los medios de
comunicación en el patio de La Almudaina, convertido en héroe por
un día. Con todo, restó importancia a lo ocurrido: «No he hecho
nada extraordinario, soy una persona normal que hice lo que debía
hacer: ayudar a unas personas que estaban en apuros. Sólo eso».
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