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A las ocho de la mañana, con las primeras luces del día, se puso en marcha el operativo de búsqueda, que en realidad se había iniciado la jornada antes, cuando desapareció Carlos Gabriel. Esa tarde, empero, los submarinistas de los GEAS apenas tuvieron tiempo para localizar al mallorquín. Había sido engullido por aquella ola a las 18.30 horas y poco después cayó la noche, con la consiguiente imposibilidad para seguir buscando. Ayer en los acantilados de Cala Gamba se juntaron GEAS, patrullas de la Guardia Civil, Policía Local de Palma, Salvamento Marítimo, Protección Civil y lanchas particulares.

El temporal había remitido en parte, pero las condiciones del mar no eran óptimas para la búsqueda de un desaparecido. Los buzos se sumergieron en la Punta del Teniente, justo donde había desaparecido Carlos Gabriel, y rastrearon siguiendo la corriente, que les llevó a Cala Pudiente, a unos 200 metros de distancia. Las tres primeras horas fueron muy difíciles: el agua estaba turbia, había abundantes algas y la visibilidad bajo el agua era muy limitada. A las 11.00 horas, las patrullas terrestres detectaron entre las algas una tela de color claro que les llamó la atención y que resultó ser la camisa del infortunado. Carlos Gabriel presentaba la zona craneal destrozada, presumiblemente al haberse golpeado contra las rocas y los investigadores creen que murió casi al instante, nada más desaparecer en el agua.

Él y su compañera salieron en la tarde del viernes a pasear entre Cala Gamba y San Juan de Dios y se sentaron sobre unas piedras, para presenciar de cerca el espectáculo de las olas rompiendo contra las rocas. De improviso, un golpe de mar se los llevó a los dos. La mujer, llamada Elizabeth Fernández Clot, de unos treinta años, consiguió agarrarse a la costa, mientras que Carlos Gabriel, que no sabía nadar, se ahogó ante sus ojos. La superviviente sufrió un ataque de nervios y quedó bloqueada. Ayer continuaba ingresada en Son Llàtzer.