El cuerpo de la adolescente que fue hallada enterrada en los bajos
de los Apartamentos Augusta, en La Bonanova, vestía con un jersey
grueso y estaba junto a unas medias.
La primera circunstancia podría evidenciar que la muerte de la
menor aconteció en invierno, hace unos diez años. El hallazgo de
los leotardos podría tener varias interpretaciones: por un lado,
reforzaría la hipótesis de una muerte en época invernal y, por
otro, podría tener relación con una muerte violenta. Es decir, que
la adolescente hubiera sido estrangulada con aquella prenda. Sin
embargo, todavía es pronto para adelantar posibilidades y ayer el
propio jefe superior de Policía, Elicio Àmez, pidió «prudencia» a
la hora de hacer valoraciones sobre la muerte de la calle Corb
Marí.
El trabajador que encontró los restos relató ayer a Ultima
Horacómo se produjo el hallazgo. Una cuadrilla de obreros llevaba
quince días sacando escombros de aquel cuarto, de unos 40 metros
cuadrados. El jueves por la mañana, pasadas las 9.00 horas,
removieron con palas un tramo del sótano y, de improviso,
aparecieron unos huesos. «Paramos de inmediato y al principio pensé
que se trataba de un animal muerto. Luego sacamos un brazo con un
jersey y me di cuenta que era una persona fallecida hacía años»,
relató. El operario confirmó que los restos habían sido enterrados
«unos 10 centímetros» por debajo del nivel de la tierra, aunque
luego los habían cubierto con un metro y medio de escombros,
procedentes de una reforma que se llevó a cabo en el piso de
arriba, en lo que ahora son las oficinas de los Apartamentos
Augusta. Esas obras parece ser que se llevaron a cabo hace unos
diez años. Así pues, la menor fue enterrada días o semanas antes de
que aquel sótano quedara lleno de escombros y tapiado. Si la
persona que llevó hasta allí a la menor conocía o no esa
circunstancia es algo que está investigando la policía. El antiguo
Hotel Augusta era propiedad de los dueños del Hotel Majórica y
cuando ambos establecimientos quebraron el primero quedó
semiabandonado durante cuatro años. Los vecinos recuerdan que en
esa época lo frecuentaban mendigos y drogadictos, y que hubo varios
incidentes «porque había gente muy rara que dormía en aquel
edificio». La aparición del cadáver ha impresionado al vecindario.
La mayoría de residentes lo tiene claro: «La niña no se enterró
sola. Además, el que lo hizo sabía que ese cuarto iba a ser llenado
de escombros, con lo que se aseguraba que el cuerpo no fuera
encontrado nunca». Al final, no ha sido así.
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