Sangre y horror en sa Pobla. Un jubilado mató ayer a golpes con una
botella de cava a su vecina, dejó en estado muy grave al padre de
la víctima y también le causó lesiones a su esposa, inválida.
A las siete y media de la mañana Margalida Ros Rodríguez, de 56
años, escuchó gritos procedentes de la casa de sus vecinos, en un
primer piso del número 2 de la calle Molí. Rita Hartkopf, una
alemana de 60 años postrada en silla de ruedas, estaba siendo
maltratada por su esposo, Evaristo Díaz Ventura, de 69. Margalida
llamó a la puerta, indignada, y exigió al varón que dejara
tranquila a la impedida. El jubilado, entonces, enloqueció y
blandiendo una botella de cava se abalanzó sobre ella. La persiguió
hasta su casa y le golpeó con furia en la cabeza y el cuerpo.
Cuando el cristal se rompió le cortó en el cuello en medio de un
baño de sangre. Los alaridos alarmaron a Cristòfol Ros, padre de la
fallecida, que acudió en auxilio de su hija y también fue atacado
con furia por Evaristo, que se ensañó con él. El anciano, de 82
años, recibió más de 40 golpes, algunos de los cuales le reventaron
el cráneo. Cayó cerca de Margalida, en estado grave. Rita, la
esposa del asesino, también quedó herida en su piso, con cortes y
contusiones en distintas partes del cuerpo. Evaristo, bañado en
sangre, subió al tejado del edificio, donde se lesionó tímidamente.
Su supuesta intención era arrojarse al vacío, pero no lo hizo y fue
detenido minutos después por una patrulla de la Policía Local, que
había sido alertada por los vecinos. El espectáculo que se
encontraron los agentes en los dos pisos vecinos era desgarrador:
un cadáver degollado, un anciano cubierto de sangre y una inválida
duramente golpeada. Y manchas rojas por todo. La calle Molí quedó
precintada y la Policía Judicial de la Guardia Civil de Pollença se
hizo cargo de las investigaciones, apoyados por la Policía Judicial
de Palma. Se trata de una vía próxima a la plaza central del
pueblo, y los vecinos comenzaron a agolparse al otro lado del
precinto, expectantes. La noticia del salvaje asesinato corrió como
la pólvora y la incredulidad dio paso a la conmoción generalizada.
«Estamos horrorizados, dicen que había sangre por todo. Conocía a
Evaristo y no era una mala persona. No sé qué le puede haber
pasado», acertó a contar Joan, uno de los vecinos. La víctima
mortal, apodada «Mata-Hari», era viuda y desde hace unos quince
años mantenía una relación sentimental con Antoni, también
residente en sa Pobla. Ella vivía en la calle Molí con su padre,
«l'amo en Tòfol», y hacía un mes había enterrado a su hijo de 33
años, fallecido en Palma. Con su otro hijo apenas tenía relación.
«Era una familia muy desestructurada», opinó una comerciante que
veía a diario a Margalida. En cualquier caso, la víctima tenía un
carácter fuerte y parece ser que chocaba con Evaristo, su vecino.
El presunto asesino, que había trabajado repartiendo gaseosa en un
camión, es catalán, pero llevaba «toda la vida en sa Pobla»,
recordó un vecino suyo. A su esposa, la alemana Rita, le falta una
pierna y se mueve en una silla de ruedas. «Siempre lo veíamos de
aquí para allá con ella, empujando la silla. No parecía que
tuvieran problemas, aunque decían que él bebía con frecuencia». Una
de las mejores amigas de «Mata-Hari» reconoció que la fallecida
tenía «mala fama» en sa Pobla «porque era muy liberal, y eso en un
pueblo parece que es un delito». Sin embargo, matizó, «era una
bellísima persona, que no se callaba las cosas».
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