«Esa misma mezcla la hacía tres veces por semana, y nunca pasaba
nada. No sé qué ha podido pasar, pero ha habido una deflagración y
mi hermano ha quedado envuelto en llamas. Ha ocurrido todo muy
rápido». Valentín Moreno, copropietario junto a su hermano Bernardo
de una nave de artesanía del polígono de Can Valero, no daba
crédito ayer tarde a lo que había acontecido. Estaban calentando
productos para la confección de cucharas de madera y una pequeña
explosión dejó a su hermano con el 20 por ciento del cuerpo quemado
y desembocó en un incendio, que causó cuantiosos daños en esa
empresa y también afectó a otra colindante.
La nave «Hermanos Moreno» está ubicada en el número 8 del Pasaje
de Can Valero, una travesía del final de la calle Poima, cerca de
la central de ambulancias. A las tres de la tarde Bernardo y
Valentín, así como dos trabajadores, estaban en plena faena. El
negocio se dedica a la confección de cucharas de madera de olivo
para souvenirs y el copropietario comenzó a calentar cera con
disolvente junto a la entrada. Utilizó, como siempre, una botella
de butano.
De repente una deflagración alarmó a todos. Bernardo empezó a
gritar, envuelto en llamas. Sus compañeros corrieron hacia él y le
taparon con ropas y telas, hasta sofocar el fuego. La víctima no
perdió la consciencia en ningún momento y quedó con los pantalones
chamuscados. Se quemó piernas y manos, en total el 20 por ciento
del cuerpo, y las lesiones eran de primer grado.
Los minutos siguientes a la deflagración fueron de auténtico
caos en la empresa de artesanía. El fuego se propagó rápidamente,
ayudado por la presencia de polvo de serrín en el suelo, y la
entrada a la nave se convirtió en una tea. Las lenguas de fuego
subieron al techo de uralita y los hermanos Moreno pidieron ayuda a
los equipos de emergencia.
Un impresionante dispositivo formado por seis dotaciones de los
Bomberos de Palma, otros tantos coches del 092 y patrullas del 091,
así como ambulancias del 061, acordonó la calle y comenzó las
tareas de extinción. Bernardo Moreno fue atendido por los
sanitarios, que el practicaron los primeros auxilios en el interior
de una ambulancia. Su hermano Valentín permaneció a pie de calle,
con el rostro ennegrecido: «Estoy bien, no es necesario que me
examinen», le contestó a un policía que le sugería que fuera
atendido en un hospital.
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