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A las tres y cuarto de la tarde de ayer, día de Navidad, Bernardo Illana Abdela, su hermano, y otros niños estaban jugando en su casa de la calle Avenida del Cid número 22, en la barriada palmesana de Son Ferriol. En el patio hay una caseta que oculta un pozo, que tiene unos 18 metros de profundidad. El menor consiguió abrir la puerta y se colocó sobre los tablones que tapaban la boca del agujero, sin sospechar el riesgo que corría. De repente, la madera cedió y el pequeño se precipitó por aquel oscuro conducto, que sólo tenía un palmo de agua. Los niños avisaron rápidamente a los padre y el tío de Bernardo, provisto de una cuerda, se descolgó por el pozo, para auxiliar a su sobrino. Mientras tanto, los equipos de emergencia fueron informados del accidente y se dirigieron a esa planta baja. La víctima estaba consciente, aunque dolorida. Durante la caída se había ido golpeando con las paredes del pozo, de unos dos metros de grosor, lo que frenó el impacto y sin duda le salvó la vida. Un bombero descendió al agujero e inmovilizó al pequeño, que presentaba un fuerte traumatismo abdominal, con posible lesión de un riñón, así como una hemorragia interna. Tras inmovilizarlo procedieron a subirlo con unas cuerdas y luego le tocó el turno a su tío, que estaba en perfecto estado. Los médicos de una ambulancia del 061 lo examinaron allí mismo y le practicaron los primeros auxilios. Cada minuto era vital y la Policía Local organizó un dispositivo de «alerta verde» para abrir paso a la ambulancia y conseguir que llegara en el menor tiempo posible a Son Dureta. Así fue, y en pocos minutos el menor estuvo en la sala de operaciones del hospital, donde confirmaron la hemorragia interna y otras lesiones. Los padres del menor y su hermano, así como el resto de personas que disfrutaba del día de Navidad en la casa de Son Ferriol, quedaron terriblemente impactados por lo ocurrido. Al cierre de esta edición Bernardo permanecía ingresado en la UCI, con pronóstico muy grave. Los médicos seguían de cerca su evolución.