A eso de las siete y cuarto de la mañana, cuando amanecía, unos
vecinos detectaron un intenso olor a quemado y minutos después unas
llamaradas reventaron las vidrieras del salón comedor, con gran
estrépito. Bomberos, Policía Local y Guardia Civil evacuaron el
edificio y comenzaron las tareas de extinción, que se prolongaron
por espacio de 45 minutos. La casa, que es propiedad del
multimillonario inglés John Lewellyn, pionero en Europa de pistas
de nieve artificial, sufrió cuantiosos daños materiales. El comedor
y la cocina fueron devastados por las llamas, así como una
habitación. El resto de la vivienda quedó ennegrecida por el humo y
las altísimas temperaturas desconcharon paredes y techos. El
mobiliario, selecto y muy caro, también sufrió los efectos de las
altísimas temperaturas. Los residentes en aquel edificio esperaron
a que el humo acumulado en la escalera se hubiera disipado para
regresar a sus casas, a eso de las ocho y media de la mañana.
La Policía Judicial de la Guardia Civil se hizo cargo de la
investigación y desde el principio se sospechó que el origen del
siniestro era intencionado. El lujoso apartamento estaba vacío
cuando empezó el fuego y los agentes, que lo inspeccionaron de
forma minuciosa, no encontraron ninguna puerta o ventana forzada.
Sin embargo, las llamas se declararon entre un sofá y una lámpara
desconectada y junto a ellas aparecieron restos de colonia, que
podría haber actuado como acelerante del incendio. Los
investigadores realizaron un reportaje fotográfico y se
entrevistaron con algunos vecinos, por si alguno había visto u oído
algo sospechoso. El dueño del lujoso apartamento tiene otras
propiedades en Mallorca y montó hace un tiempo en Birmingham la
primera pista europea de nieve artificial. Lewellyn también posee
campos de golf y tiene intereses inmobiliarios.
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