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Se armó y muy gorda. 136 estudiantes portugueses 'enloquecidos' tras una noche de alcohol se rebelaron en su hotel de Magaluf y la emprendieron contra el mobiliario. Destrozaron vidrieras, defecaron en pasillos, orinaron en la recepción, arrojaron mesas por la ventana y vaciaron los extintores. Al final la Guardia Civil tuvo que intervenir y la batalla campal se saldó con cuatro detenidos y daños por valor de 50.000 euros.

Hace una semana el grupo aterrizó en Mallorca, acompañado de un monitor. Venían de viaje de estudios, es decir, a beber y trasnochar. Se hospedaron en el apartahotel Rosa del Mar, en Magaluf, y desde el primer día su comportamiento fue gamberro, casi vandálico. Noche tras noche se sometían a excesos etílicos y de vuelta al hotel, ante la impotencia del atormentado monitor, la emprendían contra el mobiliario de sus habitaciones. El viernes la situación llegó a un punto extremo y desde la dirección del hotel se les comunicó que estaban expulsados, que no podían seguir allí. La orden de desalojo encendió aún más los ánimos de los zagales, la mayoría de 17 años de edad.

La locura colectiva, bañada en alcohol, prendió como la pólvora y durante media hora el caos se adueñó del Rosa del Mar. Desde las ventanas de los cuartos volaron sillas y mesas; televisores fueron reventados; vaciaron los extintores en pasillos; fracturaron vidrieras; defecaron en pasillos; orinaron en la recepción. En definitiva, una explosión de violencia juvenil. «Aquello parecía como en los viejos tiempos, cuando los 'hooligans' ingleses la armaban en Punta Ballena», relató ayer un guardia civil para describir la situación de madrugada en el hotel. Afortunadamente, la presencia de tres patrullas de la Benemérita disuadió a los agitadores bisoños, que hicieron un ademán de enfrentarse a los funcionarios y cambiaron rápidamente de actitud, al ver las porras en alto y el material antidisturbio.

La colaboración del monitor de los chicos, que se había desgañitado implorando una tregua, fue clave para que se calmaran los ánimos. Cuatro de los cabecillas de la 'rebelión' fueron detenidos y ayer por la mañana no pudieron tomar el vuelo de regreso a Portugal. En la actualidad se encuentran en la isla, a disposición de la Fiscalía de Menores, y sus familias tendrán que abonar fianzas para hacer frente a las indemnizaciones. Los daños superan los 50.000 euros y deberán ser abonados por los padres de los gamberros. Además, el establecimiento hotelero tendrá que invertir varios días en remodelar las habitaciones afectadas y durante ese tiempo no podrán alojar a nuevos clientes, con el consiguiente perjuicio económico. Los portugueses entonaron su particular fado.