La investigación sobre la muerte del matrimonio de Manacor avanza a buen ritmo, y cada día que pasa cobra más fuerza la hipótesis de que Joana Llull no pactó el doble suicidio.
Las facultades mentales de la mujer, de 55 años, estaban tan mermadas que la Policía ve «improbable» que ella pudiera autorizar su muerte. Además, la carta póstuma de su marido, Antoni Llodrá, sólo iba firmada por él. En cualquier caso, el hecho de que la mujer apareciera carbonizada en el asiento del copiloto con el cinturón de seguridad puesto es muy revelador desde el punto de vista policial. Su esposo, envuelto en llamas, abrió la puerta, salió del coche y cayó muerto tres metros después. Ella, en cambio, no. ¿Por qué?. La Policía tiene varias respuestas posibles: una de ellas es que Joana estaba dormida y que su cuerpo se consumió en segundos y no tuvo tiempo que quitarse el cinturón. Además, casi no tenía fuerza en las manos y es difícil que ella sola hubiera podido abrir el seguro. Otra hipótesis barajada es que su esposo, para evitar que sufriera, le suministró algún tipo de somnífero potente, que la dejó fuera de juego.
También ha trascendido que Antoni Llodrá no planificó con muchos días de antelación lo que iba a hacer esa noche en la finca del camí de sa Murtera. De hecho, no se descarta que lo decidiera ese mismo día y que escribiera la nota de despedida de noche. La carta, firmada solo por él, iba dirigida a su único hijo y además de adelantarse el suicidio también le explicaba aspectos relacionados con unas cartillas bancarias. La misiva apareció dentro de la casa de la finca.
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