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EMILIO LÓPEZ VERDÚ Los nueve miembros del jurado se retiraron ayer a deliberar para emitir un veredicto sobre la muerte de Julio Camacho, muerto a consecuencia de dos disparos de escopeta en una finca de Manacor en octubre de 2005.

El tribunal fue convocado ayer por la mañana en la Audiencia para recibir un escrito con siete preguntas. De sus respuestas dependerá el futuro de Pedro R. y Francisco P., que se enfrentan a una petición de 22 años de cárcel cada uno como autores de un delito de asesinato y otro de tenencia ilícita de armas.

Los componentes del jurado deberán optar por varias alternativas en el modo en que se produjo la muerte del joven, conocido por los apodos de 'Julito' y 'doberman'.

El fiscal y la acusación particular mantienen que el 15 de octubre de 2005, los dos acusados concertaron un plan para acabar con la vida de la víctima. Así, sobre las 12.00 horas de ese día Pedro R. estaba esperando la llegada de 'Julito' y Francisco con una escopeta cargada y montada en la finca Ses Covetes de Manacor. La escopeta era un arma ilegal, con los cañones y la culata recortados, y se sospecha que había sido adquirida por uno de los inculpados un par de meses antes.

Los acusadores afirman que Pedro R. «de manera sorpresiva, se situó frente a él, y con la intención de causarle la muerte, hizo inmediatamente un primer disparo», y que luego «disparó una segunda vez cuando Julio se había vuelto para huir».

La defensa de Pedro R. convierte el asesinato en un homicidio imprudente. Según su versión, Pedro había recibido amenazas e insultos de Julio Camacho, quien además «le pedía que le suministrase cocaína», por lo que «decidió agredirle para escarmentarle». Según los abogados «no existía intención de matarle, pero como Julio avanzó hacia Pedro haciendo ademanes de golpearle, Pedro se puso nervioso y disparó al aire dos veces».