La Guardia Civil buscó ayer piso por piso a la casera de s'Arenal. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ Una vecina de Pòrtol de 72 años de edad, Margalida Bestard Ramis, desapareció a primera hora de la tarde del miércoles cuando estaba cobrando los alquileres de sus pisos de s'Arenal y cuando llevaba encima una importante cantidad de dinero.

«No se ha ido sola, alguien la atacó». María, la nuera de Margalida, y el resto de la familia de la septuagenaria se encontraban ayer desolados por las circunstancias de la desaparición. «Margalida no tenía Alzheimer ni ninguna enfermedad mental. Estaba en perfecto estado y no se ha ido de forma voluntaria. Creemos que alguien le dio un mal golpe cuando estaba en el edificio y estamos seguros de que sigue ahí», añadieron sus allegados. La mujer, el miércoles por la mañana, se desplazó al Edificio Marineta, en la calle del mismo nombre, en s'Arenal de Llucmajor. Iba acompañada de Jenny, su asistenta, y aparcó su coche -un Peugeot- en el Club Náutico. Las dos mujeres tenían que limpiar un piso que se había vaciado y Margalida aprovechó para visitar a algunos de sus inquilinos y cobrarles. Casi toda la finca es de su propiedad y ya había tenido problemas con algunos moradores que no le abonaban las mensualidades. A la una de la tarde salió del piso que limpiaban para desplazarse a otro del mismo bloque. A las tres, Jenny llamó a su hijo intranquila: «La señora se ha olvidado de mi». Su familia la buscó en otras casas de su propiedad, pero no estaba. Por la noche se presentó una denuncia en la Policía y al tratarse del término de Llucmajor la Guardia Civil se hizo cargo de la investigación. Ayer por la tarde numerosos agentes peinaron la calle Marineta y alrededores, con perros adiestrados. También entraron en todos los pisos alquilados de la mujer, sin resultado. También estaba previsto que el helicóptero sobrevolara algunos descampados y terrenos de s'Arenal. La familia está convencida de que Margalida no salió nunca del piso: «Pasamos toda la noche en un coche, a pie de calle, vigilando que nadie la sacara a la fuerza. Y no salió». El Peugeot de la mujer seguía ayer aparcado en el club náutico.