Pedro Cruz, en Son Llàtzer, junto con su esposa y su hija, horas después de intoxicarse por monóxido de carbono. Foto: ALEJANDRO SEPULVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ

«Para que luego digan que salir de marcha por ahí es malo», bromea Pedro Cruz. De la noche a la mañana se ha convertido en el héroe de la calle Málaga, en la barriada palmesana de Can Capes. Su mujer, Custodia Escalona, de 40 años, y su hija, Luisa Cruz, de 18, permanecen ingresadas en Son Llàtzer tras resultar gravemente intoxicadas por una chimenea defectuosa, pero ninguna de las dos olvida que la provindencial llegada del cabeza de familia, de madrugada, les salvó de un final más trágico.

A las once de la noche del lunes Pedro, un vendedor ambulante, le dio por salir de copas. En casa se quedaron las dos féminas, con la chimenea encendida para contrarrestar el frío y la humedad. «Es una chimenea del tipo cáscara de almendra, un tubo. El combustible no quemaba bien y iba saliendo humo y monóxido de carbono sin que Custodia o Luisa se dieran cuenta», relata. Sin embargo, por la noche Pedro no sabía todo eso y salió tranquilo, pensando que su mujer e hija estarían durmiendo en la cama, en perfecto estado.

La realidad era muy distinta. La mala combustión fue intoxicando poco a poco a las dos mujeres, hasta dejarlas semiinconscientes. El cabeza de familia volvió pasadas las cuatro de la madrugada y se encontró la casa cubierta por el humo. «Intenté despertar a mi hija, pero empezó a vomitar. Abrí todas las ventanas para que se aireara la casa y eso las salvó», añade el vendedor. Con todo, Pedro no era consciente del grado de intoxicación de las dos féminas y se acostó en la cama. «No podía dormir porque estaba nervioso y luego me di cuenta de que mi mujer también estaba muy mal. Pedimos ayuda y salimos a la calle, esperando a las ambulancias». La familia fue ingresada en Son Llàtzer y por la mañana ya estaban fuera de peligro.

Ayer por la mañana el optimismo reinaba en la habitación de Son Llàtzer que ocupa la familia Cruz. Horas antes, sin embargo, la situación llegó a ser crítica. «Mi mujer estaba todavía peor que mi hija y Luisa se desmayó cuatro veces. Enseguida me di cuenta de que estaban intoxicadas por monóxido de carbono y salimos a la calle como pudimos», resume Pedro.

El centro de emergencias del 112 puso en marcha el dispositivo de auxilio y las dos mujeres intoxicadas fueron evacuadas a Son Llàtzer en ambulancias. «Les han puesto suero y oxígeno y ya están mucho mejor. Los médicos nos han dicho que les darán el alta en breve y podremos regresar todos a casa», apuntó el vendedor ambulante. «Y que no me digan luego que no puedo salir de marcha por las noches, que mira lo bien que ha ido esta vez», concluye en tono jocoso.