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JAVIER JIMÉNEZ Los agentes de la UTC, la Policía Local de Porto Cristo, sirven para todo. Incluso para emular a un ginecólogo. En un coche, de noche y casi sin luz. Eso es lo que le ocurrió ayer a un agente que llevaba a su mujer a dar a luz al hospital y se encontró en medio de Palma con un parto imparable.

«Eran las once de la noche y habíamos llevado a mi otro hijo a casa de mi madre, porque mi mujer tenía contracciones. Cuando estábamos en la Plaza del Vapor Antonia rompió aguas y se puso de parto», cuenta Matías Porcel. El agente, de repente, se vio superado por la situación: «Empezaba a asomar la cabeza de mi hijo y mi mujer no paraba de gritar. Llamé por teléfono al 112, para que me pusieran con un médico que me indicara qué hacer, pero colgué porque me decían que esperara un momento», añade.

No perdió la sangre fría, que por algo es policía. «Tumbé el asiento del coche y acomodé a mi mujer. Empecé con la cabecita del bebé, luego un hombro, después el otro y al final estiré. Estaba asustadísimo, pero gracias a Dios todo fue bien. Es una experiencia que nunca olvidaré».

La noche era fría y Matías se quitó la chaqueta y envolvió a su hijo. Luego encendió la calefacción del coche porque su preocupación era que la criatura cogiera frío: «Lógicamente un coche no es el lugar más adecuado para que nazca un bebé. Además estaba doblemente preocupado: por el niño, que no se enfriara, y por mi mujer, que acababa de parir en el asiento».

El policía templó aún más los nervios. Se puso al volante, intentó olvidar su papel de ginecólogo por accidente, y volvió a la realidad. Había que llegar a la Policlínica cuanto antes, pero sin accidentarse. «Estamos muy agradecidos al personal de la clínica, se portaron de forma muy profesional y todo fue bien».