TW
0

Los forenses que llevaron a cabo la autopsia al cadáver de Marie Sumi declararon ayer en el juicio contra el autor confeso de su muerte que la víctima tuvo un sufrimiento máximo y consciente durante la agresión fatal, y que la secuencia de la treintena de cuchilladas que recibió tuvo inicio en las de una huida intentada, siguió con las defensivas con brazos y manos y culminó con las cuatro mortales de necesidad, la primera de las cuales ya provocó una hemorragia interna irrecuperable y las restantes «fueron un aseguramiento de que se acababa con una vida».

Minutos después el Tribunal del Jurado constituido en la Audiencia de Palma escuchó a los peritos forenses en la mente humana testimoniar que el acusado, Juan Manuel Gutiérrez, no presentaba patología psiquiátrica alguna cuando fue evaluado tras los hechos a efectos judiciales, y que su actuación de extrema agresividadn sobre la víctima la noche del 5 de enero de 2006 no era compatible con un transtorno mental transitorio ni con la ingesta de estupefacientes, pues no le impidió la huida eficaz, ni ocultar el arma homicida ni conducir un coche cien kilómetros.

Hemorragia

La sesión de ayer en el juicio contra el autor de la muerte a cuchilladas de Marie Margot Sumi en la palmesana calle Luna estuvo protagonizada por los peritos médicos, convocados para detallar tanto las condiciones de la muerte de la mujer como el perfil psicológico genera del acusadol.

Respecto a la autopsia, el Jurado conoció que todas las heridas le fueron inferidas a Marie mientras estaba viva, que su fallecimiento fue cuestión de minutos por una hemorragia interna que había destrozado el bazo y luego otras zonas muy vascularizadas de su organismo, y que las cuatro cuchilladas mortales las recibió mientras estaba caída en el suelo y su agresor encima.

Por su parte los peritos forenses que certifican el perfil psicológico del acusado fueron contundentes al señalar que no hay nada que indique que no era consciente del alcance de su actuación en el momento de los hechos, que es persona de una impulsividad ligeramente más elevada de lo normal y que no hay ningún indicio de que actuase en el curso de una locura transitoria sino en un episodio iracundo, «pero la ira no es una enfermedad sino un sentimiento», puntualizaron los expertos a preguntas de la fiscal.