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AGUSTÍN AGUILÓ La Audiencia Provincial de Palma fue testigo ayer del procesamiento de un hombre que estaba acusado de intentar violar a un menor en Felanitx, el 12 de julio de 2005. La vista se llevó a cabo en la Sección Segunda y se resolvió en menos de un cuarto de hora, al llegar a un acuerdo las dos partes.

En un principio, el Ministerio Fiscal había pedido 10 años de prisión para Antonio C., de 71 años, al considerar que era responsable de un delito de agresión sexual en grado de tentativa agravado por la condición de menor de la víctima, y de un delito de lesiones, pues el menor sufrió una crisis de ansiedad tras la agresión, precisando para su salud de una primera asistencia facultativa y de catorce días, siete totalmente impedido para llevar su vida normal.

Acuerdo
No obstante, tras negociar la defensa del acusado con el fiscal, este último rebajó sus pretensiones de petición de pena de cárcel a dos años, debido a que el acusado reconoció estar en tratamiento psiquiátrico, además de haber pagado ya la mayor parte de la indemnización de 3.550 euros pedida por el fiscal para el menor.

La víctima, que cuando ocurrieron los hechos tenía 11 años, se encontraba caminando el día 8 de julio de 2005, por la calle Eras de Felanitx, cuando Antonio C. le pidió que se acercara y al hacer el menor caso omiso a sus indicaciones, el acusado se acercó a él y con ánimo sexual le cogió por detrás, le bajó los pantalones, le rozó con el pene e intento penetrarle analmente, no consiguiéndolo, ya que el menor logró escaparse.

La Guardia Civil fue informada de lo acontecido, y los agentes procedieron al arresto del sospechoso para tomarle declaración. El juzgado de guardia instruyó las diligencias previas y el sospechoso quedó en libertad con cargos.

Ayer, dos años y medio después del suceso, el juicio en su contra se celebró en la Audiencia Provincial. Durante su breve comparecencia ante el tribunal para reconocer los hechos y aceptar la pena propuesta por el fiscal, Antonio C. presentó un estado de aturdimiento, con notorios signos de desconcierto, ya que le costaba tanto entender como responder a las preguntas que la acusación y su propia defensa le realizaban.