Más de 3.000 euros en billetes llevaban encima algunos de los asistentes a la pelea de gallos de Ariany, y los investigadores estiman que en una jornada normal puede moverse en torno a los 300.000 euros con este negocio ilícito.
El Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) llevaba un tiempo tras la pista del reñidero de Ariany. En la operación del pasado sábado participaron distintos grupos: la Policía Judicial de Manacor, la Usesic, y los cuarteles de Santanyí, Artà, Felanitx y Vilafranca. A las ocho de la tarde del sábado unos 40 agentes rodearon la finca e irrumpieron en el interior. Cuando los primeros guardias civiles entraron la reacción de los asistentes fue de lo más variada: algunos intentaron huir, incluso saltando por las ventanas; otros se quedaron sentados, como si la cosa no fuera con ellos y los últimos negaron cualquier relación con las apuestas ilegales: «Sólo venimos como público».
El factor sorpresa fue clave, pero algunos jugadores mostraron una actitud chulesca, incluso hostil, hacia los agentes. Al final, al comprobar que la finca estaba rodeada y que las posibilidades de escapar eran casi nulas, la mayoría de ellos se relajó.
En el exterior de la nave estaban aparcados los coches de los asistentes, muchos de ellos de gama alta (Mercedes, BMW, Audi). De los 26 gallos que había en el recinto, la mitad estaban malheridos, tras enfrentarse en sangrientas peleas. Los combates a picotazos y espolones suelen durar unos diez minutos, y finalizan cuando uno de los contrincantes agoniza o directamente muere.
En la nave de Ariany había toda clase de comodidades para los apostantes: un bar, baños y sillas de plástico distribuidas entorno al reñidero. En total, con capacidad para unas 150 personas. La casa se quedaba un tanto por ciento de las apuestas y el ganador podía hacerse con unos 6.000 euros en una jornada de sábado. Gran parte de los asistentes eran de etnia gitana, en concreto residentes de Son Banya. En el poblado las peleas de gallos gozan de gran aceptación y los investigadores destacan que siempre ha habido apostantes gitanos en este tipo de eventos. En un tiempo se celebraron en Els Hostalots, luego pasaron a Sineu y más tarde a una finca cerca del Camí de sa Fita, en Marratxí. El recinto de Ariany, controlado por un histórico de la pelea de gallos, era el más moderno de todos lo reñideros conocidos.
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