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La primera víctima es la persona que desaparece, en el peor de los casos, por una mano criminal. La segunda es la familia, con un añadido: Además del drama personal, deben luchar para que su caso no sea enterrado por el olvido. El criminólogo y periodista Juan Poyatos introdujo con esas palabras el debate 'Desaparecidos', organizado por el Club Ultima Hora y que interesó a numerosas personas que acudieron al Teatre Municipal de Palma.

Dos periodistas curtidos en mil batallas, como Nacho Abad, de Telecinco, y Pep Matas, redactor jefe de este diario, analizaron un tema doloroso, complicado por todas las ramificaciones que tiene, y que sume en una profunda angustia a los familiares de las personas desaparecidas.

Abad explicó que las primeras horas en que la familia nota la desaparición de un ser querido son vitales, ya que al presentar la denuncia a la Guardia Civil o a la Policía Nacional debe aportar la mayor cantidad posible de detalles. «La primera denuncia sirve para todo el trabajo posterior», resumió el periodista madrileño, quien admitió que no existe «un plazo legal» para considerar formalmente desaparecida a una persona.

«La familia debe presionar mucho, ponerse en contacto con los medios de comunicación, porque crear un nivel de alarma social es muy importante», explicó.

También, incidió en que en ocasiones se registra una psicosis sobre desapariciones que, al final, no son reales, y en ese contexto citó lo que calificó de «leyenda urbana», es decir el ya típico caso de esa familia que 'pierde' a un hijo en una gran superficie, y que tras la intervención de los fuerzas de seguridad, con el consiguiente blindaje de las instalaciones para que nadie pueda entrar o salir, el 'niño desaparecido' aparece en el cuarto de baño con el pelo cortado y con otra vestimenta.

Enseñanzas
«Eso ha ocurrido en muchas ciudades españolas», dijo Nacho Abad, comentario que también suscribió Pep Matas: «En Mallorca eso mismo ha pasado varias veces», apuntó.

El periodista madrileño se mostró crítico con las enseñanzas que imparten las universidades españolas a los estudiantes de periodismo, «porque no te preparan para cubrir informaciones de la crónica de sucesos», señaló. «Es un grave error. En estos temas tan escabrosos es fundamental la responsabilidad del periodista, que debe discernir lo que puede, o no, publicarse. Las batallitas periodísticas, en muchas ocasiones, perjudican a las investigaciones y el profesional de la información debe hacer un ejercicio de reflexión antes de hacer público según que noticias», indicó.