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JULIO BASTIDA El pueblo no puede más. Ayer, un grupo, de unas veinte madres, se personó en la casa consistorial de Muro para presentar al alcalde del municipio, Jaume Perelló, una serie de actuaciones y medidas contra los presuntos agresores de los abusos sexuales a las dos menores producidas en el municipio.

El pueblo es un auténtico hervidero donde se están recogiendo firmas por los bares, tiendas y casas.
Según informaciones a las que ha tenido acceso Ultima Hora el clima de tensión es tan elevado, que hace unos días, un grupo de vecinos se lanzó a la calle en busca y captura de los autores de las agresiones.

El alcalde del municipio intenta por todos los medios posibles tranquilizar los ánimos de los vecinos, y que las decisiones no transciendan a la luz pública.

Los ciudadanos del tranquilo pueblo se muestran indignados y claman justicia, ante una situación que consideran insostenible.
La máxima autoridad local insiste en que «se está haciendo todo lo posible para dar una solución al problema». La representación de madres entrevistadas ayer con el alcalde le entregaron un documento con unas peticiones que serán estudiadas desde el consistorio y se citaron para una próxima reunión. La noche anterior, el alcalde se entrevistó con una madre en una reunión previa a la del día de ayer, para preparar el terreno y suavizar la entrevista de ayer.

Algunos vecinos mostraban su indignación públicamente y sin tapujos decían: «imaginaos que tengáis una hija. ¿Cómo la dejáis que salga sola a la calle?».

El rector del municipio y arcipreste de la zona norte Mossèn Pere Fiol Tornila hace un llamamiento a la calma: «En el pueblo hay mucho nerviosismo; los vecinos quieren que, tengan la edad que tengan, quien la haga, que la pague. Aquí nos conocemos todos y la gente pide que se les dé un correctivo a los agresores».

El sacerdote se muestra muy preocupado ante la posibilidad real y existente, de que se puedan producir episodios de racismo. Según Pere Fiol: «Todos los padres, sean magrebíes o mallorquines, deberían educar a sus hijos bajo las consignas de una buena educación y respeto a los demás».

Los murers contaron, de manera muy alterada, que «esto explotará. Pasarán dos, tres, cuatro o los días que hagan falta, pero esto explotará y no sabemos cómo acabará».

Desde las autoridades competentes se denota un grado muy elevado de preocupación «ante lo que podía convertirse en un lamentable episodio de violencia».

Algunos apuntan: «No queremos que esto se convierta en un caso como el del Ejido».