TW
0
EFE-AMSTETTEN La policía austríaca reveló ayer que el 'carcelero de Amstetten' pudo haber amenazado a su hija y sus hijos-nietos, encerrados en un zulo subterráneo bajo su casa, con introducir gas en caso de que intentaran rebelarse en su contra.

Helmut Greiner, portavoz de la policía local, dijo ayer a la prensa que el técnico electricista jubilado Josef Fritzl, de 73 años, advirtió a su hija Elisabeth, a quien mantuvo encerrada y sometió a violaciones durante 24 años, de que, si a él le «ocurría algo», el calabozo subterráneo se llenaría de gas.

Éste es sólo el más reciente de los detalles macabros de este caso, que ha conmocionado al mundo entero y que es considerado el delito más grave en la historia de Austria.

Además, una cuñada del acusado denunció ayer en una entrevista a un diario local que Fritzl habría bajado «todas las mañanas a las 09.00 al sótano, supuestamente para dibujar unos planos para unas máquinas que quería vender». «A veces también pasaba toda la noche allí. Ahora sabemos por qué», agregó la cuñada de Fritzl, en referencia a las sistemáticas violaciones sufridas por Elisabeth, de 42 años.

El jubilado, que permanece en prisión preventiva, confesó tras su detención el sábado pasado ser el padre de los siete hijos de Elisabeth nacidos en el sótano en condiciones infrahumanas, de los que uno murió a los tres días.

Por otra parte, Fritzl viajó al menos dos veces a Tailandia de vacaciones y dejó a su hija sola durante semanas en el zulo subterráneo con tres de sus hijos.

Eso es al menos lo narrado por un amigo suyo alemán que le conocía desde 1973 y que le acompañó dos veces a ese país asiático. El jubilado Paul H. cuenta, además, que estuvo en tres ocasiones en la casa de Fritzl en Amstetten (a 130 kilómetros de Viena), la última vez en 2005, cuando se sentaron en la terraza y notó que a los otros tres niños, hijos del incesto del padre con la hija y que había adoptado el matrimonio, se les había prohibido ir al sótano.

Según el rotativo gratuito «Heute», los investigadores han centrado las pesquisas en un viaje de Fritzl a Pattaya, una playa tailandesa conocida por su abundante oferta sexual, entre el 6 de enero y el 3 de febrero de 1998. En esas fechas, de acuerdo con la reconstrucción actual de los hechos, su hija se hallaba cautiva con tres hijos en el calabozo, cerrado herméticamente con una puerta maciza de acero y hormigón.

Por otra parte, un grupo de guardias privados está vigilando la entrada al hospital donde están ingresadas siete de las víctimas, ante los reiterados intentos de fotógrafos y reporteros de entrar en la clínica, indicó el portavoz del centro.