Una de las afectadas en el incendio de ayer por la mañana recibe oxígeno. Foto: ALEJANDRO SEPÚLVEDA

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JAVIER JIMÉNEZ Faltaban algunos minutos para las once de la mañana cuando Ricard, el policía local de Bunyola que estaba ayer de guardia, recibió la voz de alarma: «El convento se quema». El recinto está ubicado en la calle Mare de Déu de les Neus y en su planta baja se ubica la escoleta. En los dos pisos superiores están las habitaciones de las religiosas y las dependencias del convento. En uno de los cuartos fue precisamente donde se desató el fuego.

Todo parece indicar que el fuego se inició en una estufa eléctrica instalada en una de las habitaciones de las monjas. Las llamas se propagaron a unas cortinas y en poco tiempo la segunda planta del edificio se convirtió en una tea. El primero en intervenir fue el policía, que con la ayuda de tres vecinos, comenzó a abrir algunas ventanas para que las religiosas atrapadas pudieran respirar. El grupo entró por un patio trasero y auxilió a las franciscanas. Una de había refugiado en un balcón exterior, otra no podía salir de su cuarto y la tercera, que es la que presentaba un cuadro médico más preocupante, había inhalado mucho humo y estaba a punto de perder la conciencia.

Colapso
Mientras tanto se sumaron al gran dispositivo de auxilio los parques de bomberos de Sóller, Inca y Palma, guardias civiles y ambulancias del 061, por lo que las angostas calles de Bunyola quedaron colapsadas. Los servicios médicos atendieron a seis religiosas, cinco en estado de intoxicación leve y la sexta grave.

También suministraron oxígeno al policía local, que tenía dificultades para respirar. A pie de calle decenas de vecinos se habían congregado frente a 'ca ses monges' para interesarse por el estado de las religiosas. Media hora después la situación estaba controlada y la herida grave iba camino de la Policlínica Miramar, a bordo de una ambulancia.

Las tareas de los bomberos, sin embargo, se prolongaron hasta las dos y media de la tarde. Acompañados de un arquitecto municipal, los funcionarios revisaron la estructura del convento y apuntalaron el techo y algunas dependencias. Se trata de una construcción antigua, con vigas de madera, y hoy está previsto que los técnicos regresen para conocer el alcance real de los daños. La escoleta de la planta baja permanecerá cerrada, según informaron en fuentes municipales.

El conseller Joan Lladó, responsable de Interior, se desplazó a Bunyola para seguir en directo las labores de extinción e interesarse por las religiosas intoxicadas.