Antonio S.O. es el principal sospechoso, pero está libre.

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«Él se ríe de todos, pero nosotros no nos rendimos». Miquel Serra, hijo de Margalida Bestard, se refiere a Antonio S.O., el principal sospechoso de la desaparición de la casera de s'Arenal. «Si él está libre porque no aparece el cuerpo de mi madre, nosotros ofrecemos 50.000 euros a quien lo encuentre», anuncia.

Ayer domingo, la familia Bestard Serra insertó un anuncio en las páginas de este diario anunciando la recompensa. No es la primera vez que hacen algo similar. Meses atrás ya publicaron un artículo muy crítico con la instrucción judicial del caso y con la libertad provisional de Antonio S.O., el hombre que según ellos y la Guardia Civil es el responsable de la desaparición de la vecina de Pòrtol.

«No vamos a parar, llegaremos hasta el final. Lo único que nos queda es insistir una y otra vez, recordar que ese hombre está libre y que ya fue encarcelado por la desaparición de otro mujer, Àngeles Arroyo, en 1996. ¿No es mucha casualidad que se pelee con dos señoras de edad y que las dos desaparezcan sin dejar rastro?», se pregunta.

Ayer nadie se había puesto en contacto con la familia por el asunto de la recompensa, aunque para ellos «lo más importante es que el caso de Margalida siga vivo, que salga en los medios de comunicación, que la Guardia Civil siga investigando y que no se pierda de vista a Antonio S.O.». El fontanero granadino ya ha vendido el piso que le compró a Margalida Bestard. Hasta hace poco residía en la calle Trencadors, pero Miquel Serra hace un mes que no tiene noticias de él: «Paso cada día por delante de su casa y ya no está. Que no piense que se va a librar tan fácilmente de nosotros, toda la familia está decidida a seguir con esto, a encontrar a Margalida».

En los primeros días de octubre de 2007, que cuando la casera se esfumó tras encontrarse con Antonio y discutir con él, sus hijos ofrecieron una recompensa de 15.000 euros por alguna información sobre su paradero. Ahora, nueve meses después, multiplican esa cifra hasta 50.000, pero ya no hablan de información, sino de hallar «su cuerpo». «Está claro que la esperanza la perdimos hace tiempo», reconoce Miquel.