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JAVIER JIMÉNEZ La primera vez que Gennadios Petrov estuvo en el punto de mira policial fue tras el atentado fallido con una bomba contra un empresario alemán en Santa Ponça, en 1997. Alguien voló su Rolls Royce con un explosivo y al año siguiente dos asesinos a sueldo regresaron para terminar el trabajo. Esas dos acciones se relacionaron con el entorno de Petrov, pero no se pudo probar su implicación.

Uno de los matones interceptados con una bomba y una pistola frente a Aquacity, en s'Arenal, era de San Petersburgo, como Petrov. El otro era un alemán adiestrado en Holanda. Ninguno de los dos cantó.

Años después un ruso llamado Sasha, que regentaba un negocio junto al Parlament, fue detenido por una orden internacional de búsqueda y captura y de nuevo se le relacionó con Petrov. El magnate de San Petersburgo fue una obsesión para el Grupo de Información de la Guardia Civil, que durante años estuvo tras él, discretamente.

El año pasado un investigador privado de Palma se trasladó a la Dirección General de la Policía para denunciar que se sentía amenazado por la mafia rusa de la Isla, y le recomendaron que contara lo que sabía en la Jefatura palmesana. El multimillonario invirtió varios miles de millones de pesetas en la construcción de su suntuosa mansión de Sol de Mallorca y antes vivió en un chalet lujoso de El Toro. Precisamente en esta casa residía hasta el viernes Ioulia Ermolenko, la secretaria personal de Petrov y una de las cuatro personas detenidas en la 'Operación Troika' en Mallorca.

Salikov, su hombre de confianza y lugarteniente, era el encargado de velar por la seguridad de Petrov, día y noche. Y lo hacía desde su casa, vecina con la del magnate, desde un despacho con sistemas informáticos y de control de circuito cerrado de última generación. Todo lo que ocurría en casa de su jefe, Salikov lo sabía. Incluso se investiga si las grabaciones de las cámaras eran remitidas al momento, vía internet, a San Petersburgo, para blindar aún más la seguridad del magnate.