La normalidad era absoluta ayer en la cárcel de Palma.

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JAVIER JIMÉNEZ

Los dos presuntos cabecillas de la trama urdida para ganar dinero con favores a presos pasaron el sábado su primera noche en prisión y desde la dirección del centro se decidió ingresarlos en el Módulo de Ingresos para que no estén en contacto con el resto de la población reclusa. De hecho, se teme que muchos de los actuales reos intenten vengarse de los dos funcionarios por los excesos que padecieron cuando ellos eran sus carceleros.

Investigación

La investigación del Grupo de Homicidios no está todavía finalizada y uno de los datos que ha trascendido es que la mafia carcelaria llevaba unos dos años actuando tras los barrotes de la penitenciaria de la carretera de Sóller.

Al parecer, empezaron cometiendo pequeños delitos y después la importancia de la trama ganó enteros y cometieron actos típicamente mafiosos. Uno de ellos, por ejemplo, consistía en amedrentar con palizas o amenazas a los internos que no se plegaban a sus exigencias o a los otros funcionarios que habían descubierto su comportamiento.

El secreto de sumario contra los once implicados en la 'operación K.O.' sigue vigente y están acusados de cohecho, amenazas y tráfico de drogas. Supuestamente, los funcionarios dejaban entrar pequeñas cantidades de estupefacientes en la prisión, que luego eran distribuidas por presos de confianza entre los consumidores.

De servicio

Los presuntos corruptos actuaban cuando estaban de servicio en el penal y parece ser que habían formado dos grupos, encabezados por Antonio C. y Mario F., que no tenían demasiada relación entre ellos. La dirección del centro conocía ciertas actividades de Antonio C., ya que había sido descubierto en el caso del móvil de Duchemin. El trabajador estaba suspendido de empleo y sueldo y se había acogido a la baja laboral por depresión. Cada semana era sometido a una revisión médica, aunque los investigadores creen que se trataba de un ardid porque estaba a punto de salir a la luz la trama de corruptelas.

Los dos principales acusados formaban parte de los funcionarios encargados de la vigilancia y, en consecuencia, vestían con uniforme. Sus compañeros del Cuerpo técnico y administrativos visten de civiles y llevan un carnet identificativo según su tarea.

El médico detenido por alterar supuestamente analíticas de presos no era el único facultativo de la cárcel de Palma. De hecho, el equipo médico está compuesto por otros doctores, ATS y auxiliares clínicos. El acusado llevaba un año trabajando en la penitenciaría y estaba en prácticas. Su contrato era como interino y había aprobado las oposiciones en 2007.

Patrick Duchemin, una de las piezas claves en la 'operación Relámpago' contra el bufete de abogados Feliu, ha reconocido que le compró un teléfono móvil a Antonio C., el funcionario encargado de vigilarlo. Desde su celda y a través del aparato Duchemin pudo ponerse en contacto con distintas personas de su entorno y también se está indagando a quién llamó y con qué motivos.

Los controles en las más de mil celdas de la prisión son periódicos y fue precisamente en uno de estos registros, llevado a cabo por trabajadores del centro, cuando se descubrió el móvil que Duchemin supuestamente había mantenido oculto entre el colchón y el wáter.

El hallazgo abrió el camino a la policía para desentramar la organización mafiosa que antonio C. y Mario F. presuntamente habían montado. El envío de un corazón de lechona a la dirección de la cárcel, que se atribuyó al primero, aceleró la investigación, que culminó la semana pasada.