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JULIO BASTIDA Resignados e indignados. Así se muestran algunos de los responsables de las naves incendiadas en Mercapalma ante la falta de seguridad del recinto. Rafel Morey, gerente de la empresa Palmafruit lleva tres días sin dormir. Amablemente nos atiende, y no duda en lanzar duras acusaciones contra la falta de seguridad del recinto. «El caudal de agua que dispensaban las bocas de incendio durante el siniestro fue insuficiente. Se podía haber actuado mejor y más rápido y por no tener las cosas como toca, ahora toca lamentarnos».


Las graves deficiencias, en materia de seguridad que presenta el mayor distribuidor de comida en Balears, han quedado al descubierto tras producirse el incendio de tres de sus naves.

Los Bombers utilizan unas bocas de incendio con una presión que oscila entre los 5 y 7 kilogramos por centímetro cuadrado, mientras que las que hay en Mercapalma no llegan a los dos. Un trabajador consultado añadió: «La boca de incendio tenía menos presión que la manguera de regar mi jardín».

Habitualmente, los equipos de emergencia realizan revisiones periódicas de las bocas de incendio y comunican las incidencias. Mercapalma tenía constancia de que su instalación era obsoleta y no pusieron los medios para subsanarlo.

En la memoria anual del complejo se reflejó que la empresa obtuvo unos beneficios de 963.275 euros, un 16 por cien más que el año 2006. Cabe recordar que los accionistas mayoritarios de Mercapalma son el Ajuntament de Palma, con un 54'69 por cien, y la empresa nacional Mercasa, con un 45'19 por cien. Por su parte, el Banco de Alimentos lamentó la pérdida de más de 10.000 kilos de alimentos y cuantioso material. El reparto a entidades benéficas ha quedado suspendido temporalmente.