El piloto madrileño procedía de la aviación militar y posteriormente prosiguió su carrera en la aviación comercial. Luna contaba con una larga trayectoria y experiencia. Sus compañeros del Servicio Aéreo de Rescate (SAR), donde pilotó hasta el año 1999, le recuerdan con afecto: «Era el típico bajito, rubito y algo gordito y con un corazón muy grande, era muy majo». Otro compañero afirma: «Era muy extrovertido y simpático. Su buen trabajo y el don de gentes le llevó a que sus compañeros considerasen que debía ejercer las funciones de relaciones públicas del SAR. Los niños, cuando hacíamos alguna demostración disfrutaban con él».
Un allegado a la familia nos cuenta: «Estamos destrozados. Las niñas adoraban a su padre y él sólo tenía ojitos para ellas. Cuando asistían a alguna fiesta de cumpleaños, comuniones o bautizos, era de admirar cómo sus hijas le adoraban. Al principio hacía muchas horas de vuelo, pero cuando tuvieron a las pequeñas decidió hacer vuelos cortos para pasar mucho tiempo con su familia». En la localidad segoviana de La Lastrilla, donde pasó parte de su infancia, se ha decretado tres días de luto oficial.
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