Manuel Avilés Gómez tiene 54 años. Está casado y tiene tres hijos. Desde el pasado mes de agosto es el director de la cárcel de Palma.
-¿Hubo algún motivo especial para su venida a Palma?
-No. He venido a desempeñar mi trabajo de la mejor manera que sepa. Me llamaron de la secretaria general. La política es la de renovar los equipos directivos cada cierto tiempo. Mi teoría es la de que un director no puede estar más de cinco años. Yo no tenía intención de venir. No había estado nunca en Mallorca porque no me gusta subir a un avión. No me da pánico pero no me gusta. Me gusta dormir cada noche con la conciencia de que me he ganado lo que el Estado me paga. Mi carrera profesional la he desarrollado siempre en esta institución y es ya un vínculo que sobrepasa lo económico y cualquier otra cosa. No he venido para ganar dinero ni por progresar profesionalmente porque todo eso ya lo tenía.
-¿Qué se ha encontrado?
-Con un centro que tiene una plantilla de lujo. La plantilla de este centro es de matrícula de honor. Sin menospreciar a los tres anteriores que he dirigido, Nanclares de Oca, Picassent y el Hospital Psiquiátrico de Fontcalent. Si no tuviera la casa en Alicante, si pudiera cambiarla por una en Mallorca me quedaría aquí. Esto es un sitio para vivir. A mi no me han pedido que venga para hacer de 'leñador', sino para continuar con una labor y que el centro siga funcionando muy bien.
-¿Cuál es la cifra actual de la población penal en Palma?
-Ahora es de 1.900 personas, pero hay 130 en tercer grado. La cárcel esta preparada para que haya unas dos mil. Yo creo que hay muchas casas en España donde duermen dos personas en una habitación, y eso no es estar hacinado, eso es tener la habitación ocupada.
-¿Y la cifra de funcionarios?
-Tenemos una plantilla muy bien dotada. Siempre es posible mejorar. Me gustaría tener un par de médicos más, un par de psicólogos más, cuatro trabajadores sociales más. Pero es una tendencia, no quiere decir que estemos desnudos y sin trabajadores. El sistema penitenciario español es un orgullo para todos. ¿Sabes cuántos presos en España piden ser trasladados a sus países?, pues muy pocos.
-¿Había dirigido una cárcel con tantos políticos dentro?
-He tenido presos de todo tipo...
-Ya, pero no responde usted...
-Yo jamás podré dar detalles ni datos de ningún preso, sea político, atracador o agresor de violencia de género. Puedo hablar de la institución en general pero de un caso concreto nunca porque vulneraría mi deber principal de sigilo. En todos los sitios donde he estado he tenido personajes públicos, bueno, conocidos (sonríe).
-¿Ha encontrado apoyos?
-La cárcel de Palma está bastante mimada por todas las instituciones. Estoy súper agradecido a toda la gente que colabora con nosotros. El trabajo del GREC, de las ONG, de la Cruz Roja, de la Pastoral Penitenciaria, de la Asociación Cultural Gitana... es impagable, pero tengo que seguir pidiendo más, claro.
-¿Algún deseo especial?
-Me gustaría mucho que los empresarios de Mallorca se pusieran en contacto con nosotros para dar trabajo a los presos. Podemos llegar a acuerdos muy beneficiosos para ambas partes. Una de las claves de la reinserción es la creación de hábitos laborales. Otra cosa que está muy clara es que el que sea analfabeto tiene la obligación principal de alfabetizarse.
-¿Proyectos importantes?
-Potenciar la formación de los internos, los talleres productivos y luego convencer a la gente de que el delito no trae cuenta. Es mucho mejor ganar poco trabajando que mucho de golpe por traficar con drogas, por ejemplo, porque acabas en la cárcel. Luego tenemos el grave problema de las patologías, y en eso trabajan los especialistas. Sobre lo que pudo pasar aquí con algún funcionario la Justicia depurará.
-¿Conoce al anterior director?
-Sí. Lo respeto y aprecio mucho y me tengo por su amigo desde hace 20 años que nos conocemos. Cambiaré algunas cosas porque cada uno tiene su estilo. Pero lo considero lógico.
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