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Los dos autores del violento robo a una joyería de Son Gotleu en mayo de 2007 han sido condenados a ocho años de cárcel. Los dos jóvenes, de nacionalidad rumana y de 30 y 22 años de edad, se declararon culpables de un delito de robo y de otro de lesiones y, además de las penas de cárcel tendrán que pagar una fuerte indemnización, de 100.000 euros a la propietaria de la joyería y otra menor, de 15.000 a su marido.

El asalto a la joyería protagonizado por los dos acusados estuvo cargado de agresividad. Los dos entraron en el establecimiento, situado en la calle Picos de Urbión, en torno a las cinco y media de la tarde del día 9 de mayo de 2007. En ese momento, la dueña estaba sola dentro del local. Los dos asaltantes le dijeron que querían ver un reloj del escaparate. Cuando la mujer cogía el objeto, uno de los acusados la agarró por la espalda y le golpeó la cabeza contra el escaparate.

El escrito de acusación del fiscal, señala que a partir de ese momento, los dos rumanos dieron varios puñetazos en la cara a la mujer, y la taparon la boca con cinta adhesiva. La mordaza impedía respirar a la joyera, por lo que se la quitó, lo que provocó que la golpeasen de nuevo. Incluso después de abrirles la caja fuerte, uno de ellos puso en el cuello de la mujer un cuchillo de cocina de doce centímetros. La llegada de la dependienta de la tienda hizo que los atracadores intentaran huir, para ello, necesitaban un pulsador y, para conseguirlo, retorcieron el cuello de la víctima. Cuando la policía llegó llevaban dinero en efectivo y numerosas joyas. Sin embargo, ahí no terminaron los daños para la familia. El marido de la joyera y co propietario del local sufrió un infarto cardiaco al llegar al establecimiento y ver el estado en el que se encontraba la mujer tras la agresión.

La pena final para los dos atracadores es dos años inferior a la pedida inicialmente por la Fiscalía, que en principio solicitaba diez años. La acusación particular imputaba a ambos. Sí que suben las indemnizaciones finales respecto a las que pedía la Fiscalía. La joyera víctima del atraco, que iba a declara como testigo en el juicio, estaba visiblemente afectada y aún presenta secuelas psicológicas del ataque. Por ejemplo, aunque ha vuelto a trabajar en la tienda, prefiere no quedarse sola por temor a un nuevo atraco.