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JAVIER JIMÉNEZ No fue una noche de miedo, pero sí de fuego. La del viernes 13, en su tránsito a la madrugada del sábado 14, ha sido una de las jornadas más negras en cuanto a incendios intencionados en vehículos en Mallorca. Ocho turismos ardieron en Palma y Marratxí a manos de unos pirómanos y otros 25 vehículos de un desguace de Marratxí. La policía busca a los incendiarios.

Minutos antes de las doce de la noche, un coche aparcado en la calle Cardenal Despuig de Palma empezó a arder después de que alguien fracturara el cristal y arrojara al interior pastillas de barbacoa. El fuego se extendió a otro automóvil vecino y otros dos sufrieron daños materiales cuantiosos. Durante el incendio se registraron algunas explosiones que despertaron a los vecinos y en una de ella una pieza del amortiguador salió disparada dos manzanas, y aterrizó sobre la luna de un coche que salía de un garaje, que quedó fracturada. Sus ocupantes se apearon desconcertados, sin saber qué había ocurrido, y encontraron en el suelo la pieza, todavía ardiendo. Luego descubrieron que a unos 400 metros de distancia los bomberos estaban sofocando las llamas.

En uno de los coches en llamas, propiedad de una empresa, había numerosa y abundante documentación, según explicó su propietario, que añadió que el Peugeot 308 tenía sólo tres meses de antigüedad. Otro estaba cargado con una gran cantidad de gasolina y se tardó media hora en sofocar por completo las llamaradas.

Durante las tareas de extinción numerosos vecinos salieron a la calle preocupados por sus turismos, que estaban estacionados en las inmediaciones. Dos horas después, en la calle Dragonera, muy cerca del cuartel de la Policía Local, operarios de Emaya se pusieron en contacto con el 092 para advertir de que había dos jóvenes que intentaban robar en un coche.

En realidad, se trataba de los pirómanos, ya que cuando llegaron los agentes el turismo en cuestión empezó a arder. También le habían roto un cristal y le habían arrojado una pastilla de las utilizadas para acelerar el fuego en las chimeneas. El interior, de tela, ardió como una tea y el fuego se extendió al resto del turismo. Sin que ni policías ni bomberos pudieran hacer nada, otros dos quedaron calcinados por el siniestro y un cuarto padeció los efectos de las altísimas temperaturas.