Los agentes buscan la catana en la playa de Alcúdia. | Alejandro Sepúlveda

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«La tiré aquí». El asesino confeso de Catalina Frontera, la mujer atacada en una finca de Bunyola, acompañó ayer a la Guardia Civil al lugar del Port d'Alcúdia donde arrojó la catana del crimen. Los submarinistas peinaron una amplia zona, junto al 'puente de los ingleses', y permanecieron en la zona durante todo el día.

Por la mañana, la jueza Piedad Marín, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Palma, autorizó que Andrés R. G., el detenido de 45 años, fuera sacado de los calabozos y fuera trasladado, bajo custodia policial, al Port d'Alcúdia. En esa costa, a la altura del 'puente de los ingleses', el jardinero había confesado horas antes que era el lugar donde había arrojado el arma homicida. Se trata de una catana japonesa, con la que el exempleado de la finca se ensañó con la vecina de Santa Maria.

Ambos habían sido compañeros trabajando en la misma posesión y la denuncia de Catalina, alertando del comportamiento «poco ejemplar» de Andrés. La acusación le valió el despido laboral y el hombre nunca olvidó lo ocurrido y planeó vengarse de la mujer de la limpieza, que además actuaba de gobernanta en la casa de Can Polini.

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Los GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) de la Guardia Civil realizaron inmersiones continuas, en una zona arenosa y de corrientes. Desde las rocas, esposado y asido por el brazo por el brigada Juanjo, jefe de Homicidios, el detenido señalaba el punto exacto donde arrojó el arma.

El jardinero de Inca permaneció toda la jornada tranquilo y por la tarde, después de que no apareciera la catana, regresó a los calabozos de la Comandancia. El crimen de Catalina policialmente está prácticamente esclarecido, sobre todo desde el momento en el que el exempleado confesó su autoría.

Hoy por la mañana está previsto que pase a disposición judicial, en Palma.