La mujer entra cada mañana en el cementerio y recorre las calles en busca de efectos que hurtar. | M. À. Cañellas

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El cementerio de Palma vuelve a estar en el ojo del huracán. Meses atrás, una banda que sustraía argollas, cobre y letras metálicas de las tumbas puso en jaque a los vigilantes del camposanto. Ahora, de un tiempo a esta parte, una mujer toxicómana que acude a diario al recinto se lleva todos los objetos de recuerdo que los familiares dejan a los difuntos.

La mujer, que pernocta en un centro de acogida, entra cada mañana en el cementerio y recorre las calles en busca de efectos que hurtar. «Sabe que las madres siempre dejan juguetitos u otros detalles a sus hijos que han muerto, y eso es lo primero que busca. Lleva varias bolsas y cestas, y se pasa horas buscando y cargando. Cuando se va, se lleva de todo», explicó una testigo.

Desde hace meses los usuarios del cementerio se quejan de estos pequeño hurtos, pero este jueves la situación se complicó. Parece ser que la drogadicta fue sorprendida y para evitar represalias se tiró al suelo y fingió que había sufrido una caída desde varios metros de altura. Una ambulancia del 061 se desplazó rápidamente hasta el lugar, pero la señora se levantó como si nada, insultó a los sanitarios, y se alejó, sin querer ser atendida.

«El otro día una familia de chinos estuvo a punto de perder los nervios con ella y agredirla. Esta gente tiene la tradición de dejar tabaco sobre la tumba de sus muertos, y como ella lo sabe, espera a que se vayan y se queda con el tabaco. Ese día la esperaron y le dijeron de todo», contó un visitante habitual del camposanto. En las instalaciones, al parecer, solo hay dos vigilantes, que no dan abasto.

Además de los pequeños robos y hurtos, en los últimos meses también se han detectado daños intencionados en lápidas, macetas y esculturas. Son actos vandálicos menores, en cuanto a cuantía económica, pero suponen un disgusto considerable para las familias que se encuentran la sepultura saqueada.