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El comisario jefe de la Policía Local de Palma, el comisario Morey, ha vuelto a utilizar las redes sociales para mostrar su opinión, en esta ocasión para hacer balance de las consecuencias de publicación de este viernes en la que asegura que la consideración del Juzgado de Instrucción número 12, que investiga la corrupción policial, «me la trae realmente floja». Y lo ha hecho porque « últimamente me he sentido como un cobarde no discutiendo ciertas afirmaciones, porque dicen que quien calla otorga».

«Me pregunta este Facebook que tan poco me gusta ¿qué estás pensando?». Así empieza el comisario Morey el nuevo escrito, publicado este sábado. «Los qué me conocéis sabéis lo poco que me gusta la notoriedad. Soy reservado, celoso de mi vida privada, hermético en ocasiones. No es mi estilo (ni era mi intención) dar 'titulares' a la prensa», continúa. Sin embargo, el jefe de la Policía Local de Palma reconoce que «últimamente me he sentido como un cobarde no discutiendo ciertas afirmaciones, porque dicen que quien calla otorga. No soy tan valiente como decís algunos, pero últimamente se me hacía imposible trabajar así, vivir así».

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El comisario Morey se sincera en la red social al reconocer que lo que más le duele «no es la actitud de los políticos» ni «el enfoque de la instrucción del caso porque sigo creyendo en la justicia y que al final quien corresponda tomará cartas en el asunto». Tampoco es «el tratamiento recibido por la prensa» ni «la actitud de ciertos 'compañeros'», sino «que tengamos algún presunto corrupto en la organización», que «si al final es así que pague las consecuencias», y «no saber cuál es el objetivo final de este ataque organizado contra la Policía Local».

Sin embargo, lo que más le «duele» al comisario Morey es «la indiferencia del ciudadano de Palma hacia su Policía, hacia algo que es suyo desde 1862, que existe sólo porque el ciudadano lo quiere y lo necesita, que se creó a imagen y semejanza de aquellos tiempos y evolucionó junto a la sociedad a la que siempre ha servido, no siempre siguiéndole el ritmo porque eso es muy difícil, naturalmente cometiendo errores pero intentando aprender de ellos para mejorar y servirle mejor. Admitiendo siempre sus críticas porque realmente ayudan a prestar mejor servicio».

El escrito termina criticando «que nadie vea que este ataque desmesurado, desproporcionado y arbitrario es, no contra un grupo de funcionarios que lo habremos hecho mejor o peor sino contra él mismo, contra su ciudad, contra Palma».