La víctima de la agresión de Son Pardo cuenta cómo sucedieron los hechos. | Julio Bastida

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«No hay derecho. Es muy injusto que una persona esté tranquilamente comiendo en un restaurante con un amigo y de repente salgas a fumar un cigarro fuera y te apuñalen. Si no llego a defenderme, ahora mismo estaría bajo tierra. Lo peor de todo es que a mis agresores, tras pagar 4.000 euros de fianza, el juez los puso en libertad». Así de claro y rotundo se muestra Alfonso Jiménez, víctima de la agresión.

«Estábamos comiendo tranquilamente y en la mesa de detrás había una familia gitana que no paraba de molestar. Tras mantener una pequeña trifulca verbal en el interior del restaurante del hipódromo, me fui a fumar fuera. Cuando regresaba de nuevo, la camarera me advirtió de que los agresores -padre e hijo- habían cogido un cuchillo y que venían a por mí. Acto seguido, los integrantes del clan gitano se abalanzaron contra mi persona y trataron de acabar con mi vida. Me asestaron dos puñaladas, una en el abdomen y otra en el muslo de mi pierna derecha», relata Alfonso.

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«No se puede ir por la vida así. Estos dos son unos cobardes y un clan de mariquitas. Si en lugar de venir los dos juntos y a traición hubieran venido uno a uno a lo mejor acaban los dos bajo tierra», afirma Jiménez.

Los autores del apuñalamiento en el hipódromo de Son Pardo quedaron el pasado viernes en libertad. Los agresores, padre e hijo, pagaron una fianza de 4.000 euros y eludieron la cárcel. El juez les impuso también una orden de alejamiento de 500 metros sobre el perjudicado.