Uno de los dos condenados del crimen de Bordils, durante la reconstrucción de los hechos. | Efe

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La Audiencia de Girona ha condenado a quince años y medio de cárcel a Manuel Pérez, el acusado de matar a tiros la madrugada del 9 de diciembre de 2014 en el Mas Can Pibernat de Bordils (Girona) a un hombre que le quería robar un cultivo de marihuana.

El tribunal ha absuelto en cambio a Pérez de la muerte de un segundo asaltante, que considera que fue accidental ya que, en ese caso, se le disparó el arma.

En el juicio también se sentó en el banquillo de los acusados Juan Molina, a quien el jurado popular consideró culpable de un delito de encubrimiento por haber ayudado al asesino a intentar deshacerse de los dos cadáveres y a eliminar pruebas.

Una vez el jurado popular consideró el mes pasado culpables de asesinato y tenencia ilícita de armas a Pérez y de un delito de encubrimiento a Molina, la sentencia, de la que ha sido ponente la magistrada Sonia Losada, ha condenado al primero a quince años y medio de cárcel y, al segundo, a uno y medio.

El tribunal consideró probado que, la noche del 9 de diciembre, los dos condenados, que eran amigos y compartían vivienda en Mas Can Pibernat en Bordils, se hallaban en el domicilio cuando, sobre las 21:00 horas, Manuel Alejandro A.P., de 29 años, y su tío Miquel R.P, de 50, se personaron en el lugar para robar la droga.

Manuel Pérez se disponía a descansar en su habitación y Juan Molina miraba la televisión, pero el ladrido de los perros les puso en alerta.

Pérez, a quien ya le habían robado decenas de plantas de marihuana en junio, sospechó que podía haber alguien en el exterior y montó una de sus cinco escopetas de caza, su gran pasión, para dejarla apoyada en la pared y disponerse a abrir la puerta.

De repente, una escopeta de cañones recortados le apuntaba la cara, le empujaron hacia dentro y empezó una pelea entre los dos asaltantes y los dos inquilinos de la casa.

El forcejeo se alargó más de un cuarto de hora y de repente, el arma se disparó y una de las balas impactó en el pecho del ladrón más joven, que falleció en minutos.

El jurado consideró que se trataba de un hecho accidental debido a que el tiro que mató a la víctima se hizo con la escopeta recortada que llevaban los propios asaltantes y a que la pólvora hallada en las manos del otro cuerpo apunta a que quizá fue esta persona la que apretó el gatillo.

Tras un violento forcejeo entre Pérez y Molina con Miguel R., éste abandono el domicilio y salió por la puerta principal, pero fue abatido por la espalda por el primero y rematado de un tiro en la cabeza a menos de un metro de distancia.

Los dos procesados recogieron los cadáveres en un plástico, los metieron en una furgoneta e intentaron llegar a un río próximo para deshacerse de ellos, pero el vehículo embarrancó y lo abandonaron con los cuerpos dentro.

En concepto de Responsabilidad civil, la resolución judicial ha condenado a Pérez a indemnizar en unos 180.000 euros a los familiares de la víctima.