Dos policías registran, el pasado viernes, al indigente. | Guillermo Esteban

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Hay un indigente que martiriza desde hace ya un tiempo a los comerciantes del Mercat de l’Olivar de Palma. Espanta a los clientes. Un sintecho que orina y defeca bajo los arcos del edificio. Esparce los restos de sus heces por el suelo y por las paredes de forma intencionada. Como una obra de arte de mal gusto.

El mendigo siempre va acompañado de un carro repleto de bolsas con comida y bebida. Utiliza los baños públicos del mercado para asearse. Allí se limpia y se ducha, de vez en cuando. «Cuelga su ropa en la puerta principal del mercado, como si fuera un campamento. Nos cuesta mucho conseguir que quite el carrito de enmedio», explica Juan Carlos Moll, director de l’Olivar. «Grita, habla solo y cuando alguien le recrimina algo se enfrenta», añade.

Los comerciantes piden ayuda y colaboración al Ajuntament de Palma para que solucione esta situación. «Su presencia, además de provocar suciedad, daños materiales e innumerables molestias a consumidores y comerciantes, afecta de manera muy especial a la imagen de este servicio público por la que tanto luchamos y en la que tanto hemos invertido», indica la Unión de usuarios del Mercat de l’Olivar en un escrito dirigido al Servicio de Mercados de Cort. Los comerciantes adjuntaron en el documento las fotografías que reflejan los actos incívicos del sintecho.

Ayuda

«Ojalá le dieran una respuesta social. Lo reclamamos. Pedimos soluciones, que lo atiendan los servicios sociales e ingrese en algún centro», dice Moll. Los trabajadores del Mercat de l’Olivar llaman a menudo a la policía por sus molestias. El viernes pasado dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía lo registraron porque volvió a ocasionar incidentes. Rompió una botella de vino y se puso violento. Volvió a desmadrarse.