‘El Ico’, a la izquierda, abandona los juzgados el pasado jueves. | T.J.

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Nadie la vio. Nadie la leyó. La carta que El Ico firmó para exculpar a un agente de la presunta trama de corrupción policial jamás llegó al juzgado de Instrucción 12 de Palma. El primer juicio que sienta a un policía local en el banquillo por el ‘caso Cursach finaliza con una duda: ¿Existió o no la misiva?

El agente y antiguo sindicalista Jaume Garau y el funcionario de prisiones Pedro Talavera afrontan una petición de dos años de cárcel cada uno por obstrucción a la Justicia. La Fiscalía recoge en su escrito de acusación que ambos se conchabaron para que el hijo de ‘La Paca’ exculpara al agente.

Cuento

El ministerio público reclamaba en un principio seis años de cárcel por ese delito y por tráfico de drogas. Al final del juicio retiraron la acusación por el segundo. No quedó acreditado que entregaran hachís a ‘El Ico’ a cambio de que firmara la misiva exculpatoria. «Todo se centra en una carta que nadie ha visto. ¿Y si era el cuento de Caperucita Roja?, planteó el abogado Antoni Monserrat en su informe. El letrado acudió varias veces al despacho del juez Manuel Penalva a preguntar por la carta. Una funcionaria de ese juzgado lo confirmó. «Yo era el primer interesado en leerla», dijo Monserrat.

Los acusados, Jaume Garau y Pedro Talavera, negaron las amenazas a ‘El Ico’ para que firmara una carta exculpatoria. El juicio fue tenso. Como casi todos los de esta causa. ‘El Ico’ ratificó sus acusaciones. Aseguró que le habían amenazado y que le ofrecieron dos bolas de hachís por su firma.

El hijo de ‘La Paca’ es como el monstruo Boo, de Dragon Ball. Un villano que se convierte en bueno. Un traficante de Son Banya que pasa por confidente de la Justicia. Es el testigo protegido número 13 del ‘caso Cursach’. Así se presentó ante los funcionarios cuando ingresó en prisión. «Aquí mando yo», dijo al entrar en el centro, según recoge un informe de un funcionario.

Toda la plantilla del centro penitenciario lo conoce. «Es un interno embaucador», afirmó otro trabajador de la cárcel. «’El Ico’ entró loco por algo que meterse, algo que consumir», agregó. «Con su hoja histórico penal se podría forrar la acera desde aquí [juzgados de Vía Alemania] hasta la plaza de España», dijo el fiscal Miguel Ángel Subirán.

La credibilidad de El Ico se ha puesto en entredicho por las defensas del caso. Han cuestionado que parte de la prueba se fundamente en las declaraciones de un narcotraficante. Del hijo de ‘La Paca’. Un tipo que en prisión alardeaba de que podía meter en la cárcel a quien quisiera. Solo con denunciar. «Yo los señalo y ya están dentro», le manifestó a un funcionario. «Hoy traigo a dos más», le dijo a otro en referencia a dos policías.

La carta exculpatoria que dice que firmó es un misterio. «¿No me diga que no ha llegado al juzgado? Pues ahora sí que me la han jugado», declaró ‘El Ico’ en el juicio. «La carta no nos la inventamos ni el juez ni el fiscal», aclaró Subirán en su informe. «’El Ico’ puede ser analfabeto, pero no tonto».

El narcotraficante y testigo pidió un favor a la juez titular de lo Penal 1 de Palma, Concepción Moncada, al terminar su declaración: «No se guíe porque sea el hijo de ‘La Paca’, sino por su profesionalidad».