Eligen puntos estratégicos con gran tráfico. | Alejandro Sepúlveda

TW
88

Los mendigos controlados por los clanes gitanos rumanos vuelven a la carga e inundan de nuevo los semáforos de Palma y las puertas de los principales supermercados. Desde hace unos días, la proliferación de indigentes que ejercen la mendicidad en las calles de la ciudad se ha disparado considerablemente.

Se trata de algo más de medio centenar de pedigüeños controlados por un clan rumano muy estructurado que controla el 95% de la mendicidad de la capital balear. Según información policial a la que ha tenido acceso Última Hora, la mafia utiliza a personas con minusvalías o malformaciones para dar más lástima y de esta forma obtener mayores ingresos.

La cúpula de la organización distribuye a los hombres en los semáforos y a las mujeres en las puertas de los supermercados. Como en ocasiones anteriores, las víctimas están sometidadas a una gran presión y viven atemorizadas. Todas ellas mantienen la ley del silencio ante la policía.

Los mendigos suelen portar un cartel de cartón idéntico, con faltas de ortografía, y piden dinero para mantener a sus familias numerosas. En algunos casos exhiben fotografías de menores que han sido sacadas de internet. La policía tiene controlados a los indigentes, que no han creado problemas de orden público, y si ven el uso de los carteles con fotos de niños los retiran. A pesar de que en la mayoría de casos su situación es precaria, los mendigos controlados por la mafia engañan a las personas que les donan limosna sobre su estado de necesidad.

Los cuerpos de seguridad se encuentran con grandes dificultades a la hora de poder actuar contra estas mafias. «Las víctimas no quieren denunciar porque tienen miedo. Además hacen rotaciones para dificultar los seguimientos. Os puedo asegurar que es más fácil desarticular una banda de delincuentes albanokosovares que a la mafia rumana de la mendicidad», concluye el experto.

Una media de 100 euros diarios

Los mendigos controlados por la mafia rumana en Palma -parte de ellos son integrantes de la misma familia- pueden llegar a ganar unos 500 euros por una jornada en los mejores días. La media de beneficios se sitúa entre los 75 y los 100 euros diarios.

La organización se encarga de la distribución y vigilancia de su ‘personal'. Todas las mañanas las mujeres llegan en furgoneta nada más realizar la apertura del supermercado y las recogen unas dos horas antes del cierre. Lo más curioso, según el personal de seguridad de los establecimientos, es que los clientes saben que son una mafia y a pesar de ello, colaboran.