Una de las carreteras que sufrió los efectos devastadores de la torrentada de Sant Llorenç. | Archivo UH

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Las ingenieras de caminos, canales y puertos, Pilar Sánchez–Mateos y Benicia A. Luis han expresado su opinión sobre las inundaciones del Llevant. «En las escuelas de ingeniería civil se imparten asignaturas relacionadas con la hidráulica en lámina libre, lo cual hace que los ingenieros de este campo seamos verdaderos especialistas competentes en estudios de inundabilidad», señala Benicia A. Luis.

Sánchez–Mateos indica que «hay que tener en cuenta que, en estas situaciones, aunque hablemos de agua, no es agua lo que se mueve: es una mezcla de agua y tierra con mayor densidad y mucha más fuerza que el agua: arrastra piedras, ramas y todo lo que se pone en su camino». Por tanto, «es muy difícil prever estos fenómenos y es casi imposible tener infraestructuras que los soporten. El riesgo cero es imposible y, si se pudiera lograr, tendría un coste infinito».

Benicia A. Luis señala que «desde el inicio de la historia de la humanidad, los asentamientos de población siempre se han registrado en lugares cercanos a los cauces. Y actualmente sigue habiendo importantes áreas de población situadas en zonas inundables. Esta situación puede mejorarse con la dotación y la mejora de ciertas infraestructuras hidráulicas, pero debemos ser conscientes de que el mínimo riesgo sólo podrá conseguirse en un futuro, más o menos lejano, cuando la actividad humana se haya adaptado completamente a las normativas en materia de suelo y de aguas». Pero este proceso, según la ingeniera, «será lento, debido al elevado coste económico que puede llegar a suponer ir desplazando algunas partes de zonas pobladas, con sus viviendas y servicios públicos, hacia otras áreas más alejadas de las zonas inundables».

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Carácter extraordinario

Benicia A. Luis también recuerda que participó de manera activa en la toma de datos de campo para la elaboración los Mapas de Peligrosidad y Riesgo de Inundación (MAPRI) del Govern en los que se señalan los torrentes más peligrosos de las Balears. «Se trata de once áreas fluviales con una longitud de 31,06 kilómetros. Los mapas se pueden consultar en la web de la Conselleria de Medi Ambient».

Para Pilar Sánchez-Mateos, las inundaciones de la zona de Sant Llorenç «han sido la consecuencia de un fenómeno meteorológico extraordinario y difícil de prever. Si no voy equivocada, la Aemet hablaba de precipitaciones de periodo de retorno 1.000 años. Este dato, por si solo, no explica la magnitud de lo ocurrido, pero sí es indicativo de su carácter extraordinario».

La ingeniera resalta que «a la entrada del pueblo había un parking bastante grande y la avenida arrastró muchos coches con rapidez. Estos coches produjeron atascos, contribuyendo a aumentar la inundación.