Fotografía del interior de la Enfermería del centro penitenciario de Palma. | Redacción Sucesos

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«La cárcel de Palma es como un centro de salud pero con pacientes que tienen múltiples peculiaridades». Un facultativo del centro penitenciario de la carretera de Sóller lamenta la «agonizante» situación de los servicios sanitarios. La prisión debería estar cubierta por once enfermeros, ocho médicos, siete auxiliares y un farmacéutico.

La realidad es otra. Faltan cinco enfermeros desde hace más de nueve meses, tres médicos y tres auxiliares de farmacia. «El subdirector médico presentó su dimisión, en parte, por el descontento ante esta situación. Estamos sin una persona que lidere y organice todo el equipo sanitario», dice un facultativo que prefiere no revelar su identidad. «Hay un médico que tiene 67 años y está a punto de jubilarse y otros tres que tienen más de 56 y en tres años piensan retirarse. O sea, que quedaría uno».

«La situación es terrible. Hay módulos en los que pasan dos meses o más sin que vaya un solo médico. Yo estuve en un módulo en el que llevaban 74 días sin pasar consulta», explica otro trabajador de la cárcel que tampoco quiere que aparezca su nombre.

«Se está haciendo una cosa muy peligrosa. Los presos reciben en un día la medicación semanal para que se la autogestionen. Toxicómanos gestionando ingentes cantidades de fármacos. Esto provoca sobredosis y ‘colocones' espectaculares. Y todo por falta de personal».

Fuentes penitenciarias afirman que los empleados sanitarios no están reconocido ni bien remunerados. «Se gana más en atención primaria y encima aquí tienes más carga de trabajo por falta de personal y el tipo de pacientes. Nosotros tratamos con gente muy especial que tienen enfermedades contagiosas».

Hace tiempo que los trabajadores sanitarios reclaman mejoras a la Administración, pero no obtienen respuesta. La situación repercute en la salud de los presos. «Cuando faltan médicos, otros profesionales tenemos que asumir sus funciones. Y los internos se enfadan».