«Tomé varias cervezas y probé la cocaína por primera vez en mi vida. Estaba muy bajo de ánimos, me la ofrecieron y dije que sí sin pensar», ha manifestado. Al finalizar el partido de fútbol la denunciante y un amigo mío quisieron seguir de bares. «Yo estaba triste porque había terminado una relación bastante larga con mi novia».
El procesado, según ha contado, se fue a casa, pero su amigo le llamó porque la joven le pidió que volviera al bar. «Pensé que iba a ligar y volví rápidamente al bar. Estaba bastante cerca de mi piso, a unos cinco minutos andando. Estuvimos hablando y después nos empezamos a besar. Fuimos a otro bar, nos besamos y bailamos. Luego fuimos al bar Cuba, que tiene una discoteca en el sótano. Parecía que los dos queríamos lo mismo. Al final mi amigo se aburría y se fue para casa».
El acusado propuso a la mujer para ir a su vivienda. «Nos besamos por el camino, en el ascensor. De repente hubo un cambio y parecía que ya no quería. Para mí un no es un no. No fui muy elegante pero le pregunté qué hacía aquí. Le dije hasta que tenía novia y que si no quería tener sexo conmigo que se fuera a su casa. Lo dije de una manera muy fea y me avergüenzo. Ella se enfadó mucho y a raíz de ahí empezamos a discutir». El hombre ha relatado que se puso agresiva y empezó a gritar muy alto en mitad de la noche. «Yo le pedí que se fuera de mi casa y hubo un momento en el que sacó su teléfono y dijo que iba a llamar a la policía. Yo saqué mi móvil e intenté grabar».
La joven se fue hacia la ventana, según la versión del investigado, y él le tapó la boca para que no gritara. «Vas a despertar a todo mi barrio», le dijo. «La discusión siguió, pero yo en ningún momento evité que no pudiera salir de mi piso. No la retuve de ninguna manera, la puerta estaba abierta. Le dije que se fuera a su puta casa y al final ella se fue y yo no la seguí».
La Fiscalía pide una condena de cinco años de cárcel para el acusado por un delito de detención ilegal y una multa de 900 euros. El presunto agresor deberá indemnizar a la perjudicada, representada por el abogado Iván García López, con 1.250 euros por las lesiones y secuelas.
Los hechos se produjeron en la madrugada del 18 de septiembre de 2019. Según el escrito del ministerio público, el acusado, de 35 años y nacionalidad sueca, quedó con unos amigos en un bar de Santa Catalina, en Palma, donde conoció a la víctima. El hombre la convenció para que fuera a su casa, que se encontraba cerca del establecimiento, pese a que ella le dejó claro que no quería tener relaciones sexuales.
Una vez en el domicilio y ante la insistencia de la perjudicada en no intimar con él, el procesado empezó a ponerse agresivo. Le dio manotazos en la cara, la cogió del pelo y la llamó puta. El hombre le impidió que saliera del piso y le quitó el teléfono móvil. La chica abrió una de las ventanas de la vivienda y comenzó a gritar para pedir ayuda. Fueron 20 minutos de forcejeo, de intentos de abandonar el inmueble, hasta que consiguió huir.
Agentes de la Policía Local de Palma se encontraron a la mujer en estado de ansiedad en el parque de sa Feixina. Uno de los vecinos había llamado a la policía tras ser testigo de la discusión. Un juzgado prohibió al acusado acercarse y comunicarse con la víctima tras lo sucedido.
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¿Por qué le llamáis víctima si todavía no se ha demostrado que es "víctima"? La presunción de inocencia, como el "violador" de Lloseta ¿a que sí?