Fue interceptado a las 23.15 horas, cuando regresaba a puerto, y denunciado por saltarse el toque de queda, por entonces fijado en Tenerife a las once de la noche.
Los agentes de la Guardia Civil no encontraron nada sospechoso en la embarcación. En ese momento, la madre aún no había denunciado la desaparición de las niñas después de que su expareja no las devolviese a la hora acordada.
Según la reconstrucción de los hechos realizada a partir de las cámaras de seguridad de la Marina en Santa Cruz donde tenía el amarre y del testimonio de un vigilante de estas instalaciones, Tomás Antonio G.C. salió dos veces a la mar, la primera sobre las 20.50, y regresó a puerto a las 23.30.
Antes, el vigilante del puerto deportivo lo vio sacar de su coche y cargar en la lancha bolsos, maletas y bolsas de ropa, para lo que hubo de realizar tres viajes.
Después, fue a una gasolinera cercana, compró un cargador de móvil, lo recargó unos y minutos y volvió a zarpar a las 00.30 horas. En todo momento se le vio solo, sin la compañía de las dos niñas.
La lancha fue localizada al día siguiente vacía y a la deriva, y horas más tarde el dispositivo de búsqueda encontró flotando en el agua una silla de retención infantil de una de las niñas.
Una vez remolcada a puerto, la Guardia Civil halló en la embarcación, que no tenía ancla, restos de sangre, que resultaron ser de Antonio Tomás G.C.
El juzgado de Güímar que instruye la causa circunscribe las investigaciones a un presunto delito de secuestro.
Se mantienen abiertas varías líneas de investigación, y, de hecho, el juzgado decretó una orden de búsqueda internacional.
En paralelo, continúan las labores de búsqueda por aire y mar de los tres desaparecidos, padre e hijas.
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