Quien fuera exteniente de alcalde y de Urbanismo de Palma se ha sentado este lunes en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid acusado de dos delitos agresión sexual que habría cometido contra dos presos cuando trabajaba en la citada fundación, dedicada a la reinserción de presos.
«Nunca he mantenido relaciones sexuales de ningún tipo ni nunca le he amenazado a ninguno de los dos con retirarle el aval», ha sostenido el acusado, que ya fue condenado en 2010 por la Audiencia Provincial de Palma por un delito de abuso sexual con acceso carnal a menor, a la pena de 5 años de prisión y prohibición de aproximación y comunicación por tiempo de 8 años.
En esta ocasión se le juzga por un supuesto delito continuado de agresión sexual continuada y otro delito de agresión sexual --por el que Fiscalía pide 20 años--, que ambos ha rechazado durante la sesión. La Fundación ofrecía viviendas donde se alojaban los presos durante los permisos penitenciarios. Rodrigo de Santos trabajó en la misma desde 2015 y fue coordinador desde octubre de 2016.
En el primero de los casos, entre febrero y julio de 2017, la Fiscalía le acusa de haber obligado a un reo a tener relaciones sexuales hasta en siete ocasiones bajo amenazas de retirarle el aval para «poder disfrutas de los permisos penitenciario».
En este caso, supuestamente habría tenido tocamientos íntimos, le habría obligado a masturbarse y ha tanto ser como ejercer la penetración.
El acusado ha rechazado que estos encuentros tuvieran lugar y ha asegurado que la denuncia responde a una venganza tras estudiarse por parte del equipo de trabajadores de la fundación --compuesto por siete personas-- retirarle el aval por «reiterados incumplimientos» de las normas de al Fundación.
De hecho, sobre sus preferencias sexuales ha dicho que es «activo», que se puede demostrar por «colonoscopias» que no ha sido penetrado «siete veces» como figura en la acusación.
Al hilo, ha explicado que empezó a tener relación con este reo en febrero de 2016 y que su relación «personal y profesional siempre fue buena», con una evolución «muy favorable» del preso a lo largo del tiempo hasta «dos crisis».
La primera de ellas cuando deja una novia y la segunda cuando empieza a trabajar mientras mantiene una relación a distancia con una mujer que vive en Londres y cuya relación es «muy exigente».
«Hablaba todo el día, mañana, tarde y noche hablando con su novia», ha asegurado el acusado, quien ha explicado que el 17 de octubre pasa la noche fuera del recurso habitacional sin tener permiso, una conducta que era reiterada. «Desde que tenía a la novia mudada de Londres a Madrid, nos pedía muchas noches libres, cada vez más (...) No venía ni avisaba», ha añadido Rodrigo Santos, quien ha vinculado la llegada de esta novia con un «deterioro» de su actitud.
Así, el 17 de octubre --tras pasar la noche fuera sin avisar-- le llama para hablar con él y tienen una discusión en la que el demandante le habría dicho :"Te vas a enterar porque todos se van a enterar de quién eres --en referencia a sus antecedentes--». El día 18 se acuerda la propuesta de retirada de su aval y posteriormente la supuesta víctima interpone la demanda por abuso sexual. SEGUNDO DEMANDANTE
El acusado ha vinculado la demanda de este con la del segundo, al que el primer demandante habría «ido a buscar» para que también cargase contra Rodrigo de Santos por unos hechos que supuestamente habrían tenido lugar en febrero de 2017, cuando el acusado invitó a este segundo reo a su casa de Alcobendas, donde este pasó la noche.
De Santos ha explicado que este contaba con un aval familiar, pero que al divorciarse lo perdía y que, además, dejaba de estar en situación de extranjero legal al dejar de ser cónyuge de una española.
Ante esta situación le invitó porque De Santos ha confesado mantener una «relación incorrecta mezclando vida personal y profesional» y que en este caso había «afecto mutuo» y le quería permitir hacer una llamada a Marruecos, su país natal, cuando en la Fundación no se podían hacer llamadas internacionales.
Aún así, ha negado que hubiera relaciones sexuales en ese momento ni en ninguno y también ha rechazado que el preso volviera a ir a su casa. «Dormimos cada uno en nuestro dormitorio», ha defendido el acusado, quien ha negado que intimaran en el sofá de la casa o que le «tocase el pene mientras hablaba con su familia» por teléfono.
Aún así, ha reconocido que sí que hubo «provocaciones» por WhatsApp en ambos sentidos con «insinuaciones», pero que nunca llegó a materializarse, y que «solo fue ese día». «Perdí una noche de control con el demandante diciendo lo que dije», ha aseverado, aunque ha recordado que en su espacio podría haber tenido relaciones sexuales con consentimiento sin ser delito.
Asimismo, ha explicado como en un momento dado uno de sus compañeros de trabajo publicó en un chat de los voluntarios de la Fundación un enlace hacia los antecedentes penales de De Santos, ante lo que ambos demandantes le mandaron mensajes de apoyo de manera individual y ha rechazado que él mismo «obligase» a hacerlo.
También ha declarado una testigo, trabajadora social, que ha narrado cómo la primera de las supuestas víctimas le explicó que el acusado le «llamaba a su despacho» y que sentía que «abusaban sexualmente de él».
Entendía, además que Rodrigo de Santos tenía «mucho poder» y que había sido una persona de confianza que le había ayudado mucho a lo largo de su proceso. «(El acusado) Dijo que había que responder de alguna manera a todo lo bien que le había hecho», ha añadido.
Asimismo, ha descrito como «ofuscado» y «nervioso» cómo se encontraba el denunciante la primera vez que le indicó lo que estaba pasando y ha añadido que «parecía que le faltaba la memoria», por lo que en un principio «parecía que se contradecía» y le daba «mucha vergüenza».
La tercera vez que la supuesta víctima habló con la testigo recibió una llamada de Santos en la que solicitaba la expulsión del recurso habitacional por «vocearle» y «no cumplir las normas».
3 comentarios
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Ximplet. Hauries d'estar tancat sempre més.
La derecha tiene normas muy extrañas, la iglesia los domingos, después todo vale.
La dreta és terrible