Gloria Máñez, Cati Femenía, Isabel Moragues, Andrea Garcáa, Malén Vaquer, Amparo Solanes, Mercedes Varela, Manuela Rodríguez y Elena Larrea. | Eugenia Planas
Javier Salinas, obispo de Mallorca y presidente de la Fundación Nazaret, encabezó una larga lista de autoridades que compartieron unas horas de cena, música, rifa y sorteos de regalos en el incomparable marco de los jardines de Nazaret. Todo ello, a beneficio de los menores y jóvenes acogidos en la Fundación. Larga fue la lista de autoridades que no quisieron perderse esta cita estival con la solidaridad y el plácido ambiente de un "sopar a la fresca" servido por el catering Bon Gust y en mesas bien presentadas y decoradas para la ocasión. Estuvieron presentes María Salom , presidenta del Consell de Mallorca; Apolònia Garcias , directora de Menors i Familia del Govern; Catalina Cirer, consellera de Benestar Social del Consell; Aina Ferriol , regidora d'Acció Social de Cort, y Biel Cortès , vicepresidente de la Fundación Natzaret. Entre las cuatrocientas personas asistentes al evento se encontraban representantes de instituciones del ámbito público y privado, colaboradores y usuarios de la Fundación. Año a año, esta cita estival que comenzó en 2004 ha ganado repercusión y popularidad hasta consolidarse como un punto de encuentro social entre mallorquines y patronos de la Fundación y familiares n E. Planas
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"Aquella situación era ciertamente una pequeña aventura, sin embargo el desconocimiento tanto de la historia de aquellas refugios en la roca como en general de la extensa finca de Nazaret, hacía que el misterio cobrara sentido para nosotros, faltos de aventuras callejeras, de lugares diferentes y de libertades no disfrutadas. En ocasiones, el misterio resultaba una escapada mental importante que había que alimentar, y en aquellos casi 15.340 metros cuadrados de terreno que conformaban lo que antaño fue la antigua propiedad del cardenal despuig en el siglo XVIII, todavía había rincones por descubrir y con los que fantasear. Uno de ellos se encontraba precisamente en los jardines frente a la dársena de Can Barbará, un lugar emblemático de la historia antigua de Palma y ensalzado en su día por el propio Archiduque Luis Salvador, pero que para nosotros no dejaba de ser un gran espacio cerrado donde daba vueltas nuestra imaginación, encontrándose muy lejos de nosotros la bucólica imagen, hoy rescatada, de aquellos jardines, declarados BIC. Aunque quizás fuera esa magia histórica que desconocíamos, la que como niños percibíamos de manera natural, y la que nos ayudaba en cierto sentido a soportar nuestro encierro. Porque era en aquel rincón concreto de los jardines del mirador donde acontecían hechos significativos que todavía guardo en mi memoria. Las clases al aire libre que algunos profesores nos daban en el pequeño mirador frente a Can Barbará, donde usaban una pizarra de piedra muy antigua, fabricada en el escalonado de uno de los margers del jardín; las tardes de obligado trabajo de jardinería, donde con las manos desnudas los niños arrancábamos las malas hierbas, cuyas ortigas hacían estragos en nuestra joven piel o las felaciones que el hermano del director, el vicioso don José, hombre alto, corpulento, casi calvo y amargado, realizaba a escondidas, a algunos niños, entre la maleza del jardín; todo ello conformaba también la esencia de los Jardines de Nazareth". De la obra "Nazaret, una isla dentro de Mallorca". http://www.bubok.es/libros/233072/Nazaret_una_isla_dentro_de_Mallorca Autor: José J. Méndez, ex-alumno. 1967-1975