Es preciso, claro y ordenado en el decir. En ningún momento se olvida de su condición de pedagogo. Jaume Oliver (Llucmajor, 1942) se licenció (UB, 1968) y se doctoró (UB, 1982) en Pedagogía. Ha coordinado, junto a Francesca Comas, el libro "L'Escola Annexa. 175 anys de formació pràctica de Mestres a les Illes Balears (1835-2010)". Miquel Porcel (Manacor, 1869-Barcelona, 1933) es uno de los grandes pedagogos mallorquines y, a juicio de Antoni Colom, sirvió de enlace entre la pedagogía de la primera renovación educativa y la llegada de los métodos de autor, simbolizados por Montessori y Decroly. En uno de los capítulos de "l'Escola Annexa" (Lleonard Muntaner Editor, 2010), el profesor Colom ilustra la popularidad y el aprecio que se había granjeado el maestro Porcel, recordando que era costumbre, entre las escuelas de la Part Forana que se desplazaban a Palma en visita cultural, que maestros y alumnos acudiesen al cementerio para rendirle homenaje ante su tumba. Porcel publicó una treintena de libros, todos relacionados con la enseñanza, sin descuidar su dedicación a la Annexa, laboratorio donde, según Colom, aplicaba las innovaciones pedagógicas que luego transmitía a los futuros maestros. En 1939 muchos de sus libros fueron desautorizados por no ser del agrado de los nuevos mandatarios que impuso la Dictadura. Llama la atención que Melcior Rosselló, otro maestro de la pedagogía, atribuya la desautorización a ironías del destino porque Porcel "havia estat un exemple d'accentuat i fort patriotisme tota la vida, però principalment devers la desfeta de l'any 98 quan va parèixer que molts de valors fonamentals es tombaven definitivament". No sé. El maestro Porcel había muerto en 1933. Su yerno y discípulo, Joan Capó Valls de Padrines, inspector de Primera Enseñanza, fue desposeído de su cargo y desterrado a una escuela municipal de la Vall d'Uxó.
"L'Escola Annexa. 175 anys de formació pràctica de Mestres a les Illes Balears (1835-2010)" es, en realidad, una mirada a la historia global del magisterio en Mallorca. Lo han coordinado Francesca Comas y Jaume Oliver y han colaborado, además, Antoni Colom, Gabriel Janer Manila, Maria Josep Jaume, Bartomeu Llorca, Catalina Moner, Bartomeu Mulet, Maria Antònia Roig, Melcior Rosselló, Miquel Sbert y Bernat Sureda.
Le pregunto si los 175 años son una excusa para publicar el libro ahora. Me responde: Jaume Oliver.- En parte sí, porque teníamos necesidad de reflexionar sobre lo que ha significado la Escola Annexa. Y le diré por qué.
Llorenç Capellà.- Le escucho.
J.O.- La Annexa, conocida durante muchísimos años como la Aneja, en castellano, se estableció en terrenos del colegio de Sant Francesc. Tenga en cuenta que la desamortización de Mendizábal y de Espartero se inició en 1834. La Annexa se abrió en 1835.
L.C.- Un año después.
J.O.- Exacto. Asistían jóvenes que, después de un período de medio año o un año, ya estaban en condiciones para ejercer de maestros. ¿Qué pasó...? En 1842 se creó la Normal. Y la Annexa, que también era escuela de primaria, se convirtió en escuela de prácticas.
L.C.- Ya.
J.O.- Hace unas décadas, en 1970, cuando se promulgó la llamada Ley General de Educación, los estudios de magisterio se convirtieron en diplomatura universitaria y la Normal pasó a ser Escola Universitària de Professorat d'EGB.
L.C.- De acuerdo. Pero ¿qué tiene que ver lo de antes con lo de ahora?
J.O.- Se lo explicaré. Atienda que se lo explico. También en estas últimas décadas se produjo un aumento espectacular de alumnado. ¡Pasamos de estar en familia a cursos de noventa o cien alumnos...! De manera que las prácticas ya no se podían hacer en la Annexa, así que se decidió que se realizaran en diferentes centros de Mallorca, de Menorca o de Eivissa, sin ningún seguimiento especial. A partir de ahí, la Escola Annexa perdió su razón de ser.
L.C.- ¿Y...?
J.O.- Le respondo a su pregunta sobre si era necesario hacer una reflexión, ahora, sobre la Annexa. Y le respondo que sí. Le acabo de dar las razones que la aconsejaban. Tenga en cuenta que los directores de la Annexa eran pedagogos cualificados. Conseguían el cargo por oposición. Se les llamaba regentes.
L.C.- Y a partir de 1971, en aplicación de la ley de 1970, nos quedamos sin regentes. ¿Digo bien...?
J.O.- Sí señor. Y no sólo se perdió la figura, sino un enorme caudal de experiencia y conocimiento. Por otra parte, y ahí otro motivo que avala la oportunidad de la reflexión, el Plan Boloña convierte los tres cursos de la carrera, en cuatro. La ocasión era que ni pintada para convertir este cuarto curso en un año completo de prácticas.
L.C.- Ya veo que no ha sido así.
J.O.- No. Las prácticas quedarán diluidas entre tercero y cuarto. Unos meses en un curso, unos meses en el otro.
L.C.- Es obvio que usted las considera fundamentales para la formación del maestro.
J.O.- Claro que sí. Tradicionalmente en el aula de prácticas había un maestro experimentado asesorando al novel. Y era lógico. ¿Acaso se deja a un cirujano solo en su primera operación...? La experiencia no se estudia, se adquiere.
L.C.- Me ha dicho que la Escola Normal se inauguró en 1842.
J.O.- Así es. Pero nos estamos refiriendo a la masculina. Las mujeres que aspiraban a ejercer de maestras tenían que examinarse como alumnas libres.
L.C.- Habría pocas.
J.O.- Poquísimas. Pero también había menos escuelas de niñas que de niños. Y además, las de niñas, habían sido confiadas a monjas que carecían de título.
L.C.- Qué disparate ¿verdad...?
J.O.- Lo es. Al menos desde la perspectiva actual. Lo digo, porque en el siglo XIX las posibilidades de que la mujer estudiara eran muy pocas. En 1866, o tal vez en 1867, se prohibieron los exámenes libres, por lo que quedaba cercenada toda posibilidad de acceder al magisterio por parte de las mujeres. Pero, atienda...
L.C.- Estábamos a las puertas del Sexenio Democrático.
J.O.- Ahí quería ir a parar, porque el Sexenio fue determinante. La Diputación, que estaba presidida por don Sebastià Vila, se implicó en el problema. Tenga en cuenta que mandaban liberales y republicanos y ello se notaba. Por otra parte, el Obispo de Mallorca era Miquel Salvà, otro liberal. En conclusión: se dieron las condiciones necesarias para que se confiara la escuela de magisterio femenina a las monjas de la Pureza.
L.C.- Vamos a ver...
J.O.- No fue ningún disparate. Primer problema que ambas instituciones resolvieron: el económico. Las aulas se ubicaron en el propio colegio de la Pureza, en la calle del mismo nombre, esquina Pont i Vic.
L.C.- ¿Y la Normal masculina continuaba en el huerto del convento de Sant Francesc?
J.O.- No. Estuvo en las calles del Sol y Montenegro. Pero le cuento...
L.C.- Cuente.
“Hubo otro motivo de peso para que se optara por confiar la Escola Normal femenina a la Pureza. La dirección del colegio dependía de Alberta Giménez.â€
L.C.- Una monja.
J.O.- Pero ante todo, una pedagoga de un prestigio indiscutible. Además, su vida se sale del guión previsto para las mujeres de su condición. Madre Alberta, antes de profesar, estuvo casada con don Francesc Civera, un maestro innovador, que publicó varios libros de matemáticas. Ambos regentaron tres o cuatro colegios privados, en Palma... Él era bastante mayor que ella. Alberta Giménez había sido su alumna.
L.C.- ¿Y qué pasó?
J.O.- Que alumna y profesor se enamoraron y decidieron casarse.
L.C.- Lo imaginaba. Me refería al tránsito de Alberta Giménez a madre Alberta.
J.O.- Se lo cuento. Nuestra pedagoga enviudó con treinta y dos años. Y arrastraba una tragedia familiar: de cuatro hijos, se le habían muerto tres. Entonces, el Obispo Salvà le encargó la reestructuración del colegio de la Pureza, porque había perdido todo su prestigio. Y tampoco es casualidad. El colegio de la Pureza es de 1809. ¿Y quién lo funda...? El Obispo Nadal, otro liberal. Por otra parte, Civera había conectado más con los movimientos republicanos que con los conservadores.
L.C.- En conclusión ¿cuándo se hace cargo de la Pureza, Alberta Giménez?
J.O.- En 1870. Y uno de sus protectores es el canónigo Tomàs Rul·lan, alguien a tener en cuenta. Rul·lan fue profesor de religión e historia sagrada en la Normal masculina y participó en la fundación de Sa Nostra. Es un personaje determinante en la Mallorca del siglo XIX. Pero volviendo a la Normal, en 1872 se crea la femenina. ¿Y es pública o privada...? Pública, porque la crea la Diputación.
L.C.- Con una indudable influencia católica.
J.O.- Sin duda. Aunque no tanto como pueda dar a entender lo que hemos venido diciendo. Tenga en cuenta que entre el profesorado se encuentran Alberta Giménez y Tomàs Rul·lan, pero también todo el claustro de la Normal masculina: Sebastià Font, Joan Mestre, Mateu Planas y Jaume Balaguer. Además, el primer regent fue el mismo regent de la masculina. La primera regent femenina fue nombrada en 1880.
L.C.- ¿Quién fue?
J.O.- La porrerenca Montserrat Juan Ballester, una monja. Pero, además de monja, era una pedagoga muy preparada. Sin embargo, retrocedamos en el tiempo...
L.C.- Usted manda.
J.O.- De segundo apellido, Alberta Giménez era Adrover. Era hija de un carabinero peninsular y de madre felanitxera. Y ella, en concreto, nació en Pollença. En el apellido materno hallaremos la explicación de su arraigo en la cultura y en las costumbres de la Mallorca de la época.
L.C.- ¿Qué se hizo de su hijo cuando decidió hacerse monja?
J.O.- No puedo precisarlo. Sólo puedo decirle que sus descendientes viven en Alacant. Tuve la oportunidad de tratarlos superficialmente, pero no creo que hayan tomado conciencia de la importancia intelectual y social de Madre Alberta.
L.C.- Después de bucear en la historia de la Annexa, podrá decirme cuál ha sido el mejor pedagogo mallorquín.
J.O.- Miquel Porcel, sin duda. Viajó por media Europa para empaparse de los medios pedagógicos más avanzados. El llamado Método Porcel se empleó en las escuelas de España, de Cuba, de Argentina, de Ecuador... Escribió libros de una importancia capital. Fíjese: ya en 1899 pronunció una conferencia en la que se manifestaba partidario de que la enseñanza, por motivos didácticos y cívicos, se realizara en la lengua materna del alumno.
L.C.- Pues en 1939 sus textos fueron prohibidos.
J.O.- ¿Y qué puedo decirle...? Cuando predomina la sinrazón se producen disparates de este tipo. Y cuando esto ocurre, debemos mirarnos en las personas inteligentes. Circunstancialmente supe que, en los años treinta, don Pere Horrach, un excelente pedagogo, más bien conservador, hizo amistad con Aurora Picornell, que era del PCE y tenía fama de radical. Me consta que ambos se admiraban. Luego, en el treinta y siete, Aurora sería asesinada... Pero hablemos de cómo las personas inteligentes llegan a acuerdos.
L.C.- Como quiera.
J.O.- En 1912, siendo ministro de Instrucción Pública Santiago Alba, se separó a las monjas de la Pureza de la gestión de la Normal.
L.C.- Me imagino el escándalo.
J.O.- En la calle, brutal. Mossèn Antoni Maria Alcover, desde las páginas de la prensa integrista, tocó a arrebato. Sin embargo, ni mossèn Alcover ni los demás incendiarios tenían razón, puesto que la Normal de Palma era ya la única que quedaba en el Estado en manos de órdenes religiosas.
L.C.- ¿Y Alberta Giménez qué dijo...?
J.O.- Nada. Ya había envejecido y, además, recibió el reconocimiento entusiasta de todas las instituciones políticas y sociales de la época. El propio Miquel Porcel se deshizo en elogios hablando de sus conocimientos y de su comportamiento cívico. Pero le cuento...
L.C.- Cuénteme.
J.O.- En 1913 se incorporan a la Normal femenina, procedentes de la Escuela Superior de Magisterio de Madrid, cuatro profesoras míticas: Mercedes Usúa, Concepción Majano, Carmen Cascante y Rosa Roig. Eran jóvenes. Y probablemente creyentes, moderadamente liberales. En cualquier caso, desde los círculos integristas, las despellejaron. Pese a ello, con los años iban a convertirse en referentes del buen hacer de la Normal.
L.C.- Rosa Roig era de Tarragona, pero las otras tres eran castellanohablantes.
J.O.- Es cierto, pero ello no fue impedimento para que conectaran con la realidad de aquí. Organizaban excursiones, recorrían con sus alumnas la Palma monumental... ¿Le he dicho dónde estaba ubicada la Normal Femenina...?
L.C.- En el colegio de la Pureza.
J.O.- Pero luego estuvo en la calle Zavellà. Y también en el Consolat de Mar, en el mismo edificio que ocupa actualmente el Govern. Con la República pasó al actual instituto Joan Alcover, donde ya estaba la masculina desde 1917.
L.C.- Desde que se inauguró el edificio, entonces.
J.O.- Sí. Junto al Ramon Llull, la Escola de Comerç y la Escola d'Arts Aplicades forma un conjunto que ocupa toda la manzana. Es innecesario decirle la inyección cultural que supuso para Palma. Y el mérito de ello hay que atribuírselo a don Antoni Maura, un conservador.
L.C.- ¿Lo considera paradójico...?
J.O.- En absoluto. Aunque puede parecerlo, desde el momento que los grandes avances en la enseñanza los impulsaron los liberales o los republicanos. Yo, como historiador de la pedagogía, he aprendido a no enjuiciar a las personas por su ideario político, sino por su legado. Y les aconsejo a mis alumnos que hagan lo mismo.
L.C.-...
J.O.- Únicamente en dos etapas se ha dedicado un año entero a las prácticas de magisterio. La primera fue en aplicación del Plan Profesional de la República, en 1931. La otra, gracias al Plan de Estudios de 1967, en pleno franquismo. ¡Ya me dirá...! ¡En pleno franquismo...! Pero fue un acierto.
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Jaume Oliver: «He aprendido a no enjuiciar a las personas por su ideario político»
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