Un asesor del palacio de Buckingham ha recomendado que la duquesa se declare en bancarrota aunque ello «pueda avergonzar a la Reina, al duque de York y a otras personas». Según el periódico, la reina Isabel II está «profundamente preocupada» por las deudas de Ferguson, que son el doble de lo que se creía.
El primer ministro británico, David Cameron, ha sido informado del problema, que se ha tratado supuestamente en una audiencia privada con la Reina.
Quiebra
Hasta ahora ningún miembro de la familia real británica se ha declarado en quiebra, algo que puede, sin embargo, ocurrir en el caso de Sarah Ferguson, dice el periódico.
Una eventual declaración de bancarrota sería algo muy penoso para el duque de York, que tiene el cargo oficial de Representante Especial del Reino Unido para el Comercio y el Desarrollo Internacionales.
En abril del año pasado, el bufete de abogados londinense Davenport Lyons, reclamó a Sarah Ferguson 200.000 libras (240.000 euros) que les debía por sus servicios.
El pasado verano, la ex esposa del príncipe Andrés de Inglaterra dio por terminado un contrato lucrativo de 2 millones de dólares anuales con la organización contra la obesidad Weight Watchers in America, que le había proporcionado durante cuatro años la seguridad económica que tanto anhelaba.
Convencida de que podía sacar más dinero, la duquesa concentró sus operaciones en EEUU en Hartmoor, una compañía que creó ella misma para comercializar sus distintas actividades en los medios de comunicación y el sector editorial.
Hartmoor fue, sin embargo, un fracaso y el pasado octubre cerró con deudas equivalentes a 780.000 euros, a las que hay que sumar otras relacionadas con los costes legales de distintas operaciones.
Sus deudas personales y de sus negocios tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos ascienden a cerca de 5 millones de libras (unos 6 millones de euros), asegura el dominical, según el cual los intereses del dinero que debe son de varios miles de libras por semana.
En mayo, la duquesa cayó en la trampa tendida por un tabloide uno de cuyos reporteros se hizo pasar por un hombre de negocios al que aquélla ofreció facilitarle el acceso a su marido a cambio de medio millón de libras (600.000 euros).
Ferguson se quejó al falso hombre de negocios de que la familia real británica no le hubiese dado un céntimo cuando en 1992 se divorció del príncipe Andrés.
Sin embargo, según reveló en su momento el Sunday Telegraph, Sarah y sus dos hijas recibieron de la familia real unos 3 millones de libras (3.6 millones de euros).
Esa cantidad incluía 1.4 millones de libras (1.68 millones de euros) donadas por la Reina a las princesas Beatriz y Eugenia y medio millón de libras (600.000 euros) a la propia Sarah para que comprase una nueva casa.
Ese dinero está, sin embargo, a resguardo en una cuenta aparte y no puede utilizarse para pagar las deudas.
Al mismo tiempo, la Reina dio a Sarah otras 350.000 libras (420.000 euros) en metálico y para su libre disposición.
«La duquesa es una ingenua, ha recurrido a abogados en EEUU sin darse cuenta de que siempre se presentan varios y el contador no deja de correr», dijo una fuente al periódico.
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