Aunque es ingeniero de profesión, Miquel Coll decidió dar un cambio a su vida después de la crisis del año 2008 y apostó por recuperar el cultivo en la finca familiar ses Rotes, en Santa Eugènia. En el año 2011 plantó 1.600 olivos y cinco años después empezó la comercialización del aceite Olíric. Ahora, está de celebración porque este pasado mes de julio ha recibido su aceite ha sido escogido como uno de los mejores aceites virgen extra en el concurso internacional ecológico Biofach de Nuremberg, «una distinción que nos anima a seguir y que nos da prestigio», según Miquel Coll.
Coll empezó su aventura en la finca familiar que adquirió su bisabuelo en los años 40 cuando llegó a Mallorca desde América. Por aquel entonces, ses Rotes tenía almendros y algarrobos que murieron por la Xylella. «Al principio pensamos en recuperar la viña, pero tras un trabajo de investigación de mi padre, que es historiador, supimos que en la zona hubo olivares y nos decantamos por sembrar olivos porque el tema del aceite siempre nos ha atraído», según recuerda Coll, que añade que «así regresamos al cultivo originario y cerramos el círculo».
Su producción es totalmente ecológica e indica que el gran enemigo de los olivos es la mosca «que, a veces, es complicada controlarla con la producción ecológica. Lo conseguimos con varios sistemas como trampas o la piretrina natural y los tenemos que combinar, aunque lo mejor es un verano como este de calor intenso porque la mosca no sobrevive a partir de ciertas temperaturas».
En ses Rotes se cultivan las variedades de arbequina y koroneiki, un tipo de olivo originario de la isla de Creta que Coll introdujo en su finca. La producción de aceite implica, hoy en día, un control exhaustivo del estado del fruto para «conseguir un aceite con todos sus aromas y de una calidad excelente», según Coll, que añade que el público extranjero es un gran adquisidor de este producto «que tiene unas cualidades extraordinarias entre las que destacan que ayuda a reducir las enfermedades coronarias y a prevenir el cáncer de mama». Aún así, Miquel Coll explica que el mayor público de este producto es el extranjero. Los puntos de distribución de Olíric se encuentran en zonas turísticas y se exporta al extranjero. «Aunque de cada vez hay más consumidores locales, aún les cuesta adquirir el producto», según Coll.
Además de estar al frente de ses Rotes, Miquel Coll también es el presidente de Apaema. Reconoce que el boom que hubo durante la pandemia por el consumo de productos locales se ha reducido «aunque la pandemia sirvió, también, para establecer líneas de colaboración entre productores, que aún se mantienen». Coll destaca que «desligarnos de los productos de temporada genera problemas y la industrialización de la comida provoca que los alimentos pierdan sabor».
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