El concepto se basa en la idea de que la mente necesita novedad y desafío para mantenerse activa y saludable. La rutina del explorador implica realizar caminatas, senderismo u otras actividades al aire libre con un enfoque especial: explorar el entorno, observar detalles, descubrir nuevas rutas y sumergirse en la naturaleza. Al involucrarse en un entorno cambiante y novedoso, el cerebro recibe una estimulación diferente a la de una actividad física repetitiva o un ejercicio en interiores. Esto tiene un impacto positivo en las funciones cognitivas, la creatividad y el bienestar emocional.
Además de los beneficios para la mente, esta rutina fomenta la conexión con la naturaleza, lo que a su vez reduce los niveles de estrés y mejora el estado de ánimo. La exploración activa del entorno promueve una conciencia plena, ya que se invita a observar los detalles, los sonidos y los olores, lo que enriquece la experiencia sensorial y ayuda a despejar la mente de las preocupaciones diarias.
La recomendación de Harvard también destaca que el simple acto de cambiar de ruta o de introducir variaciones en las caminatas diarias puede contribuir a este proceso de estimulación mental. La rutina del explorador no requiere habilidades atléticas ni equipo especial, lo que la hace accesible para personas de todas las edades y niveles de condición física. El objetivo es cultivar una actitud de curiosidad y descubrimiento, algo que cualquier persona puede practicar, ya sea en un parque cercano, una montaña o incluso en las calles de una ciudad.
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