«Doña Justina, almorcemos, que no ha de faltar pan y vino, carne y tocino, queso y cecina». Es parte del léxico que esgrime una heroína del siglo XVII, la Pícara Justina, la cual ha de vencer con inteligencia y astucia, siendo la sirvienta de una posada de camino real, cuantos peligros y bromas pesadas se le presentan, pues es joven y hermosa. Por otra parte son páginas que nos muestran un dominio perfecto de la lengua. El libro salía de la imprenta de Cristóbal Lasso Vaca, en Medina del Campo, en el año 1605, y Julio Puyol y Alonso, que la estudió a fondo y trabajó con documentos de la época, opina que podría ser atribuido a un tal Fray Andrés Pérez, fundándose en el sabor leonés de sus escritos y comparando la redacción de dicha novela picaresca con la obra del religioso titulada Historia de la vida y milagros de San Raimundo de Peñafort.
Fray Andrés Pérez y unos torreznos para la ‘Pícara Justina’
Esta novela picaresca salía de la imprenta de Cristóbal Lasso Vaca, en Medina del Campo, en el año 1605
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