En aquel momento se abrió la puerta y el hombre arrugado entró, seguido de una doncella y de tres gatos. Colocaron una bandeja sobre las rodillas de Sir James y otra en una mesita, delante de Michael. En cada bandeja había una perdiz con patatas cortadas, espinacas y salsa de pan. El hombre de las arrugas llenó el vaso de Sir James con agua de cebada, el de Michael con vino claro y se retiró. Los tres gatos, todos romanos, empezaron a restregarse contra los pantalones de Sir James, ronroneando alto. Éste les dijo que en esa ocasión no había pescado. Michael tenía apetito y acabó su perdiz. Sir James dio la mayor parte de la suya a los gatos. Entonces se les sirvió ensalada de frutas, queso, café y cigarros, y se retiró todo, excepto los gatos, que se tendieron hartos junto al fuego.»
John Galswoerhy, la Forsyte saga y una perdiz guisada
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Un plato exquisito...