El almidón resistente es una fracción del almidón que es capaz de resistir a la digestión, por lo que se mantiene íntegro a lo largo del tracto gastrointestinal, otorgando beneficios fisiológicos asociados a la salud.
De manera natural el almidón resistente se puede encontrar en alimentos como, por ejemplo, granos de cereales, semillas, legumbres y tubérculos, tal y como informa el artículo científico publicado en la Revista Chilena de Nutirción y recogido en Scielo.
El almidón resistente se puede ingerir en alimentos como las patatas y su beneficio se centra en que, como se ha comentado, no se digiera durante el proceso digestivo, por lo que llega intacto al colon.
En esta parte del intestino hay multitud de bacterias y el almidón resistente que llega a este punto sin digerirse estimula su crecimiento, proliferación y actividad de las bacterias beneficiosas, por lo que se convierte en un así en un perfecto prebiótico, tal y como señalan desde Conasi, empresa de alimentación natural, pionera en España en el sector de la alimentación ecológica.
Otras ventajas o beneficios que tiene la ingesta de almidón resistente las señala CuerpoMente, que incide también en que este almidón alimenta a las bacterias que producen ácido butírico y propionato, sustancias ayudan a regular la pérdida de peso, entre muchas otras funciones. Otros beneficios son:
No todos los almidones son igual de eficaces, ya que existen cinco tipos diferentes, siendo el más beneficioso para la microbiota el almidón retrógrado, es decir, el tipo III.
Así, por ejemplo, la patata y el arroz contienen almidón tipo II en crudo, y cuando se cocina se puede ingerir parcialmente, pero este no tiene propiedades prebióticas. Sin embargo, si tras cocinarlo se deja atemperar y se refrigera, al día siguiente se obtiene patata y arroz con almidón retrogradado (tipo III) de efecto prebiótico, aconsejan desde Conasi.
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