Más de cincuenta torres y atalayas de vigilancia custodian Mallorca. Este sistema de vigilancia, puesto en marcha hace cientos de años, se reparte por toda la costa de la Isla y la finalidad con la que se creó era la de otear el horizonte para descubrir en él la presencia de enemigos. La rápida detección de flotas de barcos en los tiempos en los que el mar albergaba piratas y todo tipo de buscavidas era clave para que las poblaciones mallorquinas pudieran estar preparadas ante una posible invasión o incursión. De este modo las talàies constituían una auténtica red conectada de puntos de vigilancia en todo el territorio, y se enlazaban y comunicaban a base de señales de fuego y humo.
Si bien en la época medieval ya existían este tipo de construcciones defensivas en Mallorca, muchas de ellas edificadas sobre piedras más antiguas de puntos de vigía construidos en plena dominación islámica, la mayor parte de las torres de defensa que han llegado a nuestros días datan del siglo XVI.
El divulgador Xisco Garcia, a través de su web y con su trabajo de final de grado para la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), recoge en un mapa interactivo información sobre casi 60 torres de vigilancia de Mallorca. Muchos de estos monumentos de defensa se han convertido hoy en día en impresionantes miradores en los que contemplar panorámicas de la Isla, y son un punto de interés destacado en muchas rutas senderistas por su alto interés cultural y patrimonial. Situadas a lo largo de toda la costa, estas torres son uno de los mejores lugares para disfrutar de un amanecer o una puesta de Sol.
La mayoría de las torres se componen de dos pisos y están hechas de marés, uno de los materiales de construcción por excelencia en la Isla, según explica la Gran Enciclopedia de Mallorca. Los habitáculos se construyeron en forma de bóvedas y una cisterna permitía el avituallamiento de agua. Además, en los tiempos de la pólvora muchas de ellas se equiparon con un cañón, y en algunas perviven todavía evidencias del uso de los mismos. Estas atalayas podían albergar a un número que rondaba las cuatro personas y su entrada solía localizarse varios metros bajo tierra.
Además de su arquitectura, las torres de defensa contaban con un sistema de comunicación mediante señas que fue encargado a Joan Binimelis, nombre relevante por su conocimiento de la geografía mallorquina, dado que había confeccionado mapas de Mallorca, Menorca y Cabrera por encargo del virrey Luís de Vic, así como una descripción geográfica del isla de Mallorca, parte de la Història general del Regne de Mallorca.
Este sistema ideado por Binimelis era simple pero efectivo. Se basaba en señales de fuego por la noche y de humo durante el día, que aquellos que ejercían de vigías desde las torres tenían que poner en marcha en caso de advertir una posible amenaza, o de recibir la mencionada señal por parte de otra torre. De esta manera la alerta se transmitía y llegaba mucho más rápido que un jinete al Palau de l'Almudaina, donde estaban acuartelados los contingentes de defensa.
A pesar del esfuerzo de algunas instituciones para conservar el patrimonio histórico, algunas de estas torres se encuentran deterioradas o han sido invadidas por la urbe. Cabe advertir que en algunos casos son de fácil acceso en coche pero, en otros, se debe realizar una excursión para llegar al mirador.
Entre las que pueden presumir de contar con las vistas más espectaculares se cuentan la Torre des Verger, en Banyalbufar; la Torre d'Albercutx, en Pollença; o la Torre d'Albarca, situada en la península de Llevant.